viernes, 28 de abril de 2017

La chispa (+18. Yazmina. Grupo B)

                                       

La cosa empezó de la forma más inocente: con un comentario en una de sus fotografías de Marisa en un grupo de cocina de una red social. Desde siempre le había gustado cocinar y, cuando la empresa donde trabajaba cerró por jubilación del dueño, se volcó en su hobby.

Lo primero que hizo fue apuntarse en un curso de cocina, conociendo a más gente con su misma afición. El compañerismo dio pie a crear un grupo en Facebook y allí subir las fotos de sus creaciones culinarias. Al mes, había unos doscientos miembros que comentaban y compartían recetas; además de alguna que otra opinión de cómo elaborar un plato.

Al terminar el curso, ni Marisa ni sus compañeros quisieron dejar abandonada aquella bonita iniciativa, siendo el principal motivo mantenerse en contacto. Por lo que continuaron buscando recetas y subiendo fotos, estimulando a los diferentes miembros a comentar cada una de las publicaciones que se encontraban allí.

Sin embargo un día, en una de las fotos que solía colgar para demostrar sus habilidades, apareció un comentario felicitándola; era un desconocido. Ella amablemente se lo agradeció y no le dio mayor importancia.

En sus siguientes publicaciones, volvió a agasajarla, alabando sus dotes para la cocina. Tal como ocurrió la primera vez, le dio las gracias y no fue más allá.

No obstante, en una de esas veces que ella se mostraba educada, la red social le avisó de que esa persona le pedía amistad. Se quedó algo sorprendida sin saber si debía aceptarla o no. Ante su indeterminación, se fue hacia el muro de esa persona para revisar su perfil; se llamaba Ángel y vivía en su ciudad. En su avatar había la foto de una mano con una alianza.

Al ver que era un hombre casado, se sintió más segura para confirmar su petición, al mismo tiempo que se decía que si veía que era una mala persona lo bloquearía o lo eliminaría de sus amistades.

Nada más aceptar, recibió un mensaje privado: «Hola, gracias por aceptar mi solicitud de amistad. Me encantaría poder contar contigo, pues he visto que cocinas muy bien y me gustaría sorprender a mi mujer con una cena especial por nuestro aniversario».

Al leerlo, sonrió al ver el gesto tan cariñoso que le quería hacer a su esposa; resultaba tan romántico que sintió celos. Emocionada de aquel hermoso detalle, empezaron a charlar. Según comprobó en ese primer contacto, Ángel no era muy habilidoso en la cocina e iba a necesitar mucha paciencia para poder explicarle la forma de poder hacer algo en condiciones.

Tras varias clases de cocina por el chat de la red social, una amistad creció entre ambos. Sin darse cuenta empezaron a contarse cosas personales: tenían hijos mayores, estaban casados con matrimonios estables, sin problemas económicos y teniendo una vida relativamente cómoda.

En medio de las confidencias reconocieron que con el paso del tiempo la chispa de la pasión en la pareja se había apagado; nada que ver con los primeros años donde todo era nuevo y emocionante, donde  el ardor estaba presente en cada caricia o en cada gesto, el anhelo de tocarse y sentirse; esas ganas locas de estar el uno con el otro. 

Al darse cuenta del rumbo de la conversación, rebajaron el tono justificándolo con la rutina, los hijos o al trabajo; pero era algo evidente que ninguno podía negar.

Ambos echaban de menos esa fogosidad de los primeros años de matrimonio.

Después de eso, Marisa no pudo evitar quedarse pensando en ello durante toda la noche. No podía creer todo lo que le había confesado a un extraño. Sin embargo, ella sentía que esa persona la conocía y la entendía a la perfección; como si la entendiera de antes. Así que al día siguiente se propuso conocer un poco más a su amigo de Facebook.

En su perfil no había nada que le delatara, sólo su avatar. Miró entre sus fotos y no había nada que le pudiera ayudar, todo lo contrario. Su perfil era nuevo; sólo llevaba activo unos meses, así que tuvo que esperar a que él le hablara para intentar averiguar algo más.

Tal como ocurría siempre, era el primero en hablar. En cuanto vio la señal, abrió el chat para comenzar la búsqueda de algún dato que le diera algo de información.

Empezó hablando de restaurantes de la zona, para determinar por dónde se movía. Inicialmente una inocente conversación hizo que ella descubriera a la persona detrás de aquel perfil.

No se lo podía creer. Tardó varios minutos en reaccionar y él se percató, pues su contestación no llegaba. De la impresión se quedó petrificada mirando la pantalla. Al volver en sí, se disculpó y se inventó una tonta excusa para despedirse y cerrar el chat.

Ese hombre le robó otra noche de sueño. Se la pasó dando vueltas en la cama, despertando a su marido en dos ocasiones; no lo podía evitar. Su mente no se doblegaba ante la voluntad del propio Morfeo y volaba libremente entre la posibilidad de desenmascarar o ignorar a ese hombre.

Con la luz de la mañana la claridad volvió a su mente y tomó una decisión. Abrió el chat y le pidió que se vieran esa noche en un bar cercano para conocerse en persona. Cuando le dio a enviar, no se creía lo que había hecho. Ella no era así. Nunca dejaba que sus acciones fueran dirigidas por impulsos.

Al mediodía recibió un escueto mensaje suyo: «Vale». Eso la puso de los nervios. Estaba convencida al noventa y nueve por ciento de la identidad de su amigo, pero si no era… ¿qué haría en tal caso?

Le temblaba todo cuando llegó al bar, dudando si hacía bien provocando aquel encuentro. Se llevó las manos a la cara, discutiendo con ella misma de lo que era más correcto, porque ante todo estaba casada y él era un desconocido.

De pronto, un golpe en la ventanilla la apartó de sus pensamientos. Era él. Su intuición no le falló.

–Hola, creo que quedamos ahí –dijo él con una enorme sonrisa al verla tan desquiciada, bajando la ventanilla.

–¿Por qué? –Él se encogió de hombros–. No lo entiendo.

–¿Cómo descubriste que era yo? –respondió él con otra pregunta.

–Muy pocas personas se atreverían a decir que el restaurante Jonseca tiene una reputación comparable al ego de su chef.

–No me di cuenta al decirlo –Sonrió al darse cuenta de su error–. ¿Qué tal si nos tomamos algo?

Él abrió la puerta y ella salió del vehículo con sus reticencias, pues seguía sin entender el motivo por el cual le ocultara  su verdadera identidad. No tenía sentido.

Cuando ella iba a entrar en el bar, él la agarró, deteniéndola y apartándola de la puerta. Entonces metió su mano en el bolsillo del pantalón y sacó la llave de un hotel.

–¡Estás loco! –gritó.

–Para –le puso un dedo en los labios–. No lo pienses. No seas tú. Déjate llevar –Ella lo miró con dureza–. Sólo esta noche, seamos esos dos desconocidos.

–Todo esto es surrealista.

–No lo pienses…

Una extraña sensación de deseo recorrió su cuerpo al pensar en lo que le proponía…

Sin pedirle permiso, la beso con pasión, pillándola desprevenida. Ella no se quedó atrás y le correspondió. No podía afirmar que ese hombre le era indiferente. Entre ellos había una atracción muy fuerte.

Mareada y confusa por lo que estaban haciendo, fueron en dirección a la habitación de hotel.

Nada más entrar, él se abalanzó sobre ella; no quería dejarla pensar. Sabía que tenía una oportunidad mientras estuviera dudando. Así que se apoderó de su cuerpo con sus manos, reteniéndola. Aunque fue su boca la que con un beso la dejó rendida a sus pies, dando paso a una danza de pasión y adoración.

Sin apenas voluntad por el deseo, Marisa se dejó llevar por sus más básicos instintos.

Poco a poco la ropa iba ocultando la moqueta de la habitación, dejando a dos cuerpos desnudos sobre una cama sin deshacer.

Sus manos no perdían oportunidad de tocarla, acariciarla y excitarla. Sus dedos se detuvieron en sus pezones para pellizcarlos, arrancando más de un gemido ahogado en su boca, y mientras buscaba aumentar la tensión con los apasionados besos que la hacían estremecer.

Él sonreía ante su éxito.

Tras los primeros gritos de placer, una mano fue descendiendo hasta su entrepierna y con cuidado fue mimando su sexo. Sus dedos se iban haciendo con el control de su cuerpo. La excitación era máxima. No controlaba las sacudidas de calor que la invadían, notaba cómo el orgasmo se iba apoderando de cada célula de su ser.

Ella no podía más. Necesitaba tomar aliento, así que apartó su boca para coger algo de aire. Él, poseído por la pasión, se fue directo al pecho libre y con su lengua empezó un baile con su pezón.

El calor se fue incrementando y no pudo más, dejándose llevar por un increíble orgasmo. Era presa de sus más bajos deseos.

Ella no podía más, su cuerpo se rompió por dentro al rendirse al placer. No obstante, él no pensaba quedarse con las ganas, ya que su excitación no daba a dudas.

Sobre todo, al ver cómo había estallado con las caricias de sus dedos, de tal forma que su pene se apodero lentamente del cuerpo de ella.

Cuando estuvo dentro, se quedó quieto esperando a que se adaptara. Al tener el visto bueno, no perdió la oportunidad de envestirla con fuerza. No se reprimió: fue con todo. El fuego lo dominaba por completo. No podía controlarse.

Ella no se lo creía, notaba cómo iba respondiendo ante cada arremetida, abrazando al nuevo orgasmo que se iba forjando en su interior. Antes de que pudiera terminar una frase, estaba gritando de placer al tiempo que le clavaba las uñas en la espalda. No se hizo esperar demasiado y ambos estallaron juntos.

Agotados y rendidos, se quedaron tirados en la cama. Al cruzar las miradas rompieron a reír ante la ironía de toda aquella situación.

Ángel, era en realidad su marido José Ángel, el hombre con el que llevaba casada más de veinte años y al que entregó su futuro ante los ojos de sus familiares y amigos; ese que se hizo un perfil falso en Facebook para volver a conectar con su mujer y, al ser descubierto, la llevó a un hotel para recuperar nuevamente esa chispa del primer día.

24 comentarios:

  1. Genial final, Yazmina. Y has logrado mantener mi atención desde la primera línea, ¡enhorabuena!

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    1. Si, es que lo mío es esto, la romántica
      Muchas gracias 😘

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  3. Bonita historia y bien planteada ... Enhorabuena

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  4. Hola. Que bonito, me encanta el toque romántico. El final es tan dulce. Felicidades.

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  5. Buen relato, compañera. Enhorabuena 👍😘

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  6. Gracias a todos!!! 😘😘😘😘
    Vuestro apoyo y cariño es maravilloso

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  7. Buen relato! Has captado mi atención. Enhorabuena! :) :)

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  8. Una bonita historia, Yazmina. Felicidades. Muchos matrimonios se salvarían si se entregase al juego de la seducción.

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    1. Eso pienso yo, lo hice teniendo en la cabeza la canción de un ramito de Violetas de Cecilia
      Muchas gracias 😘

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  9. Qué bonita historia, Yazmina. Mantienes la atención hasta el final además. Felicidades

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  10. Mantienes muy bien la intriga. Enhorabuena

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