En el Tarot, la Rueda de la fortuna dice que todo final tiene un comienzo, y todo comienzo, tiene un final. No
sé cuál será el comienzo desde esta misma noche (mentira, porque sí lo sé),
pero sí sé cuál es el final del Cibertaller, y no es otro que este.
De verano de 2015 a
principios de 2016, impartí clases en un taller de creatividad literaria llamado
“Sueños de escritor”. Ser escritor es un sueño (de ahí el nombre) porque aunque
parezca fácil, no lo es tanto. Puede resultar sencillo una vez que se hacen las
cosas bien, y esas cosas son: leer mucho y
escribir mucho. Lo he repetido hasta
la saciedad, tanto en clase como fuera de ella, y lo seguiré haciendo. Hoy en
día escribe cualquiera (lo siento, pero gente que escribe hay mucha;
escritores, pocos).
El escritor no
escribe un relato un mes, lo guarda y dice después de tres meses: Oye, ¿escribo algo más? Y escribe otra
historia para después, durante otros tantos meses, cruzarse de brazos (esto no
funciona así).
El escritor escribe
todos los días, lee todos los días, corrige y repasa todos los días y piensa en
historias todos los días. El escritor vive por y para la escritura; el escritor
tiene tiempo de levantarse de la cama, desayunar, asearse, trabajar, comer,
echarse la siesta, merendar, pasear, ver la televisión, estar con la pareja y
la familia, cenar y volver a dormir. Esto lo hacen tanto los escritores y los
demás seres humanos, solo que el escritor de verdad, además de hacer todo lo
descrito, tiene tiempo para leer y escribir.
El día se compone de
24h (es el mismo tiempo para todos), y aseguro, juro y perjuro que, tiempo para
hacer todo lo que he dicho, y además de esto, leer y escribir, si lo que
quieres es ser escritor, hay de sobra. No es cuestión de tiempo, sino de
interés.
Cuando me comprometí
a dar clases (gratis, quiero recalcar esto) lo hice sabiendo que por mucho
jaleo que tuviese en mi vida, tendría tiempo para levantarme, desayunar,
asearme, trabajar (de voluntario, pero trabajar. Las horas son las mismas, e
incluso más) comer, dormir la siesta, merendar, pasear, ver la televisión,
estar con mi gente, cenar, volver a dormir, leer, escribir, preparar las clases
y corregir… Además de todo lo descrito para cualquier persona, he añadido “leer,
escribir, preparar las clases y corregir los ejercicios de todos y cada uno de
los alumnos del Cibertaller”. ¿Por qué? Porque lo he querido así y me
comprometí a ello. ¿Me obligaron? No, al igual que tampoco obligué a nadie a
formar parte de esto. Dejé claro que era un taller de escritura creativa, y en
donde la gente se apunta para practicar, no para otros intereses ajenos o para
ignorar al profesor que (no sé si lo he dicho) centra su tiempo en dar clases
gratis para que la persona mejore.
Ocurrir no ocurre
nada, solo que cada persona debe plantearse si de verdad quiere o no llegar a
ser escritor. Lo siento mucho, pero publicar un libro (dos y tres) no es ser
escritor, como sacar un disco no significa ser cantante. Ser escritor es el
nombre que se le da a esa persona que se desvive por la escritura, que aprende
más y más cada día y no descansa (la mente de un escritor no descansa jamás). ¿Te
gusta? Ok. Lucha por ello; tal vez, luchando, obtengas tu recompensa. Sobre
todo, procura prestar atención a quien te intenta ayudar de forma
desinteresada.
¿Un último truco como
profe de vacaciones? No existe un truco, solo el esfuerzo, como he dicho antes.
Hay días que en vez de dormir seis horas duermo cuatro, y a veces, en vez de
escribir cinco páginas, escribo tres. Otras, en vez de leer tres horas, leo
dos, o me paso menos tiempo en las redes sociales, lo que me deja claro que
todo el mundo sí tiene tiempo para publicitarse, pero antes de eso, hay que
saber trabajar.
Si lo que la gente
quiere es que le dé clases un profesor titulado y que le cobre por ello, pues
me parece muy bien. Hay grandes profesionales que se pasan la vida estudiando,
porque les gusta, porque aman su trabajo y, además de ello, son buenos en lo
que hacen. Ni puedo ni quiero cobrar; y aunque en la pared de mi casa tuviese
catorce títulos, jamás cobraría por enseñar. Desde mi punto de vista, aprender
no cuesta dinero, solo esfuerzo (como llevo diciendo todo el tiempo). Pero sí
diré que, al igual que hay personas pasotas y desagradecidas, las hay que, como
yo, intentan ayudar siempre. Una de estas últimas, me dijo una vez que los
títulos solo sirven para colgarse en la pared, que lo importante son los
conocimientos. No me hace falta decir más.
Quiero dar las
gracias a las personas del Cibertaller que han estado a mi lado en todo
momento. Ellas saben que he llegado a un tope, y que no me ha quedado más remedio
que retirarme. Me han apoyado, porque burro de mí, he insistido en darlo todo
hasta el último segundo, aunque me estuviese destrozando (miles de gracias).
Hay compañeros (no me
gusta la palabra “alumnos”) que me han entregado los trabajos estando medio en
la calle, con problemas familiares y propios, se han leído mis clases día a día
y me siento muy orgulloso porque su escritura ha mejorado, al mismo tiempo que
llamo a eso “compromiso, interés y agradecimiento”. Otras han llegado a
publicar en antologías, y no conozco a nadie que haya ido a peor. Cuando hago
las cosas, intento hacerlas lo mejor posible.
Gracias a todos los
seguidores de este blog, a los que habéis leído y comentado, y a los que habéis
compartido.
Soy una persona
soñadora (Sueños de escritor), y peleo por mis sueños hasta el final. Eso
quiere decir que hoy cierro un capítulo, pero desde el día que me enseñaron a
valorarme, a saber que valgo como todo el mundo y aprendí a quererme, jamás he
dejado de soñar. Volveré a dar clases, sin título universitario. Aprendí a
escribir sin el certificado escolar al lado, ya que creo que las letras que
importan son las escritas en los libros.
Volveré. No sé si
aquí, si se llamará Cibertaller Cibertallar, pero volveré porque no me he ido
ni me iré nunca. Necesito respirar y encontrar gente que de verdad quiera
escribir, a diario y sin impedimentos.
Esto me ha llevado
veinte minutos de mi tiempo. Aun así, lo que me resta de leer, escribir, corregir
mis novelas y dormir, no me lo quita nadie.
Gracias eternas. Mientras
seguiré pelando por mi sueño de ser escritor.
Hasta pronto.
Gracias a ti por tu tiempo y generosidad. Seguro que alcanzarás tus metas. ¡Mucha suerte!
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