Vaya
rachita que llevamos. Otro jueves más
negro que el carbón en la bolsa de Madrid. Y ya van tres semanas así. Y es que
no es para menos. No hay más que cierres de negocios. Nos tienen a todos
rezando para que la cosa mejore, pero al final ni carne ni pescado, ni una cosa
ni la otra.
Enciendo
la tele y me produce asco. Al
parecer se han tomado la
información por su mano, lo han dado unas mil vueltas y parece que en vez de
ser un parque sea un escenario de la película Apocalipsis Now.
-La
crisis no ha afectado al ego de nuestros políticos- me dice Pedro, un libre
pensador un tanto bocas-. Yo les mandaba a todos al talego hasta que se
pudrieran.
-Ya,
pero tú no puedes hacer más que yo- le digo, harto de sus fanfarronadas.
-¿Y
qué me dices de las escuelas? Esa crisis es muy pero que muy grave. Con siete
pueden pasar de curso ¡están creando una
generación de burros!
No
me queda otra que darle la razón en esto último. Por haber hay crisis hasta en
las baldosas. Me explico: antes se decía eso de que levantas una baldosa y te
salía dinero. Ahora no te sale ni polvo.
-¿A
qué esperan para hacer algo?- pregunto inquieto- ¿Y qué es eso de que estamos
en la Champions League de la economía?
Si
es que me dan ganas de nada viendo lo que hay. Ya lo decía mi padre: “ya verás
cuando vengan las vacas flacas”. Yo y mi costumbre de no oír a la voz de la
experiencia.
-Papá,
tenías razón. Mi optimismo me cegó por completo.
-¿Qué?
Está jodida la cosa ¿no? Eso os pasa por defender a cierto alfeñique…
-Sí,
papá. Lo peor de todo este tinglado es que lo estoy pagando con mi Elena, con
lo paciente que ha sido todos estos años de matrimonio conmigo y mi trabajo… Y
ahora, todo a la mierda
Mi
padre me mira entristecido. Casi ni duermo, y cuando duermo temo soñar. Cada
sueño que tengo parece un drama.
Salgo
a la calle, no aguanto el agobio que siento entre esas cuatro paredes. No hay
más que pobreza. El que tiene un euro parece que tiene un dineral.
-Cariño,
¿dónde has estado? Me tenías preocupada.
-He
pasado la noche paseando. Necesitaba despejar mi mente. Esto me puede, cielo.
-Tranquilo,
Javi. Todo esto tiene que acabar.
Ojalá
tenga razón. Esta gente nos ha arruinado a todos.
- ¡Javi,
corre!
-¿Qué
ocurre, Pedro? Tranquilo, respira y cuéntame qué pasa.
-La
crisis, era todo un cuento… Nos han estado engañando como a chinos. Todo para
prevaricar, para robarnos. ¿Qué te dije? ¡Malditos políticos…!
¡Todo
mentira! No tardo en contarlo en casa. Las notis
se hacen eco de lo ocurrido. Se quitan el yugo de los opresores, y hablan de
ladrones.
Ya
todo ha cambiado. Y más que va a cambiar. Voy a aprovechar que no solo soy
corredor de bolsa, ya que tengo la carrera de derecho y como abogado que soy me
voy a presentar como acusación particular.
-Buenos
días, señor expresidente
-¿Cómo
que “expresidente”? ¿Cómo se atreve…?
-Le
recuerdo un par de cosas: primera, que ya no es presidente del gobierno, perdió
las elecciones; y segundo, los ataques de ira están dentro de un juicio, penados
por la ley. Ahora, si me permite, le realizo la pregunta: ¿cómo hizo para meter
a este país en una crisis tan grave?
-¿Crisis?
¿Quién ha hablado de crisis? Perdóneme que le diga pero yo dejé a España en la Champions
League de la economía.
-¿Comparado
con quién o con qué?
-¡Con
el resto de la Unión Europea!
-Ya
claro, y Clark Kent ya no es Superman… No sea absurdo, por favor, le recuerdo
que está en un juicio y que está bajo juramento.
-Está
bien, de acuerdo. Veo que no tengo elección: ¿saben ustedes lo que es ser
presidente del gobierno de la nación? No ¿verdad? Eso crea una adicción que es
difícil de describir. Una adicción llamada PODER. Sí, poder. Me creía más que
nadie. Miraba a todos por encima del hombro. Luego me di cuenta que era un
mindundi, una marioneta si lo desean. Todo era o dar o verme sin apoyos. Soy un
rastrero. Sé que merezco lo peor pero ¿es delito hacer lo que yo hice?
-Hombre,
usted dirá. Si no, evidentemente no estaría aquí. Por si no lo sabía, que
seguro que sí, usted se encuentra aquí por prevaricación, cohecho y tráfico de
influencias. Y ni que decir tiene que tiene todas las papeletas para entrar en
prisión.
Como
era de esperar después de recordarle lo que le podría pasar, no pudo por menos
que admitir todas sus malas acciones y, tras leer el acta de acusación firmó
dejando caer una frase un tanto lapidaria: “firmo y no me jodas, esta ya no es
mi canción”
Por
supuesto, gané el juicio, devolvió todo lo desfalcado y se quedó en la
mismísima inmundicia.
Lo
que empezó siendo otro jueves negro terminó siendo un funeral sin flores a un
presidente bastante pésimo. Por fin se hizo justicia.
Muy original. Felicidades
ResponderEliminargracias :)
EliminarUn poco fantasioso, pero me gusta. Gracias Luis.
ResponderEliminarPor desgracia, fantasía.... Enhorabuena
ResponderEliminarMe gusta
ResponderEliminarHola. Que relato más curioso. Me gustó leerlo. Gracias.
ResponderEliminarUn acercamiento a la realidad que parece por ahora imposible. Buen relato.
ResponderEliminarBuen relato!
ResponderEliminarbueno para dejaros a todos respondidos... gracias chicos
ResponderEliminarNunca pasará, pero soñar es gratis. Un relato diferente, enhorabuena!
ResponderEliminarUn relato distinto. Felicidades
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