La
mujer del traje de cuero color negro dejó el bolso junto al banco donde se
sentó. Su extraño vestuario lo completaban unas largas botas rojas de tacones
de 15 cm, sexys pero mortales para sus pies. Miró a su alrededor; el andén se
veía solitario en comparación con lo que era en las horas pico. La última
formación salía de Plaza de Mayo a las 22:56, así que tendría unos diez minutos
de espera. Un hombre de traje oscuro miraba nervioso su celular. Parecía muy
contrariado y por momentos hablaba solo. Una pareja de enamorados se besaba con
pasión, apoyados en una de las columnas, ajenos a todo lo que los rodeaba. Estaban
tan pegados que ni el aire tenia paso entre sus cuerpos.
¿Por
qué demonios no se buscaban una habitación de hotel?
*****
En ese momento odiaba a sus amigas con
toda el alma, y al juego que se les había ocurrido llevar a cabo.
Myrian formaba parte de un grupo de
lectura. Los miembros eran de varios lugares del mundo; la mayoría españolas,
pero también había mexicanas, venezolanas y peruanas. La pasaban muy bien,
siempre dispuestas a disfrutar de un buen libro y de charlas a distancia. A
Minny y Vicky (su segunda al mando en la administración) se les ocurrió un
desafío. La última en terminar la lectura debía cumplir una prenda. Esta vez le
tocó a ella: tenía que vestirse de cuero y enfrentar su miedo a viajar en subte.
Los otros viajeros la miraron por un momento,
pero acostumbrados a personajes extraños en los subtes de Buenos Aires, no le
dieron mayor importancia.
Tomó su celular y, conectándose al
WhatsApp, empezó a relatar su viaje de diez estaciones, que era lo único que
pudo negociar.
“Hola, chicas, aquí estoy cumpliendo mi prenda. Son las 22:54. Faltan
dos minutos para la salida de la última formación del día. No hay muchos
pasajeros”
Giró la cámara de su móvil y mostro el
andén; luego la volvió hacia ella.
Tomó su bolso, sacó unos lentes con fino
marco negro superior y se los ajustó; su amigo Diego, un fanático de la
tecnología, se los había prestado. Fue el último de sus caprichos de su viaje a
Chile. Le permitía grabar y comentar lo que veía por una hora
A lo lejos se escuchó el ruido característico
del subte al acercarse. Todos miraron hacia la oscuridad. Las luces de los
primeros vagones iluminaron el túnel. Se escuchaba el roce del metal contra
metal llenando el lugar; lentamente la formación se detuvo. Los pasajeros
entraron y las puertas se cerraron. Eran las 22:56.
“Bueno, chicas. Comienza el viaje. 22:57, estación Perú”
Las
puertas se abren; los azulejos blancos y azules y la iluminación le dan a la
estación un aire de otros tiempos. Una pareja entra al vagón, los dos rondan
los cincuenta años; cuando pasan junto a los enamorados, que ajenos a todo
siguen besándose, los miran con desaprobación.
Las puertas se cierran.
“22:58. Estación Piedras, un aroma raro
se percibe en el aire”
Las puertas vuelven a abriese; nadie
baja ni sube. El hombre del traje se mueve inquieto, un escalofrió le recorre el cuerpo. Sus dedos teclean sobre el celular
casi en forma violenta.
“22: 59. Estación Lima. Se siente un olor a madera vieja, cada
vez es más fuerte, Las luces del túnel parpadean; esto me está dando miedo”.
“23: 01
Estación S. Peña”,
Las
puertas se abren, nuevamente nadie baja, tampoco suben; los pocos pasajeros en
el andén se dirigen a los otros coches.
“23:02 Estación Congreso. ¡Chicas, algo
raro pasa! El olor a madera es cada vez más fuerte, espero que todo quede
grabado. Las luces se apagan cuando dejamos la estación; volvió la luz, pero el
vagón no es el mismo, ¡ha cambiado!, ahora los asientos al igual que las
paredes son de madera marrón oscura como lo eran los coches antiguos; la
iluminación cambió. Todo se ve más tétrico”
Myrian
no daba crédito a lo que estaba pasando a su alrededor, narraba lo que sucedía
con voz entrecortada, no tenia seguridad de que los anteojos grabaran lo que
pasaba. Los demás pasajeros seguían en lo suyo, como si no notaran nada.
“23:03 la formación va frenando, para en la estación Pasco.
CHICAS, ESTO NO PUEDE SER, ESTA ESTACÓN FUE CLAUSURADA HACE AÑOS.”
No
pudo seguir hablando, lo que veía la superaba. La pared que impedía ver la
estación, que en la actualidad se usaba como deposito, había desaparecido;
ahora se veía como antaño.
El cartel con el nombre en blanco, con
letras negras y marco de madera, se ve reluciente como recién colocado. Los
azulejos color natural rodeados de una guarda en azul no muestran las señales
del tiempo. En una de las columnas de hierro verde, está apoyado un hombre
trajeado, con sombrero, el ala mantenía sus ojos ocultos y un cigarrillo cuelga
de sus labios. En uno de los viejos bancos, dos hombres miran hacia las ventanillas de los
coches, visten camisas gastadas, con el color más gris que blancas, los
pantalones marrones, sujetos por tiradores; en sus manos sostienen sus boinas, uno de ellos tiene un cigarro
liado detrás de su oreja y el otro, el otro muerde un escarba dientes. Más alejado, como saliendo
de los baños, otro individuo camina sus manos, cubren su cuello, entre los
dedos escurre un liquido viscoso, deja tras sus pasos un zigzagueante camino rojo.
En la otra punta un pequeño viste de negro y sujeta un farol. En el medio del
andén una figura de blanco se destaca sobre los demás, camina a paso lento, el
vestido blanco cubre sus pies, lleva sobre su cabeza rodeado de un tocado de
flores marchitas como el ramo que llevaba en sus manos un largo velo.
La formación reanuda su camino
23:04 Estación Alberti
Myrian no podía entender lo que estaba
viendo, cuando el subte fue entrando a la siguiente estación todo volvió a la
normalidad; tenía muchas ganas de dar por finalizado el desafío, pero solo
quedaban tres paradas más y lo habría logrado. A pesar del cuero que cubría su
cuerpo, ella temblaba. De su bolso sacó un largo abrigo de gabardina y se lo
puso, tratando de recuperar un poco de calor.
23.05 Estación Plaza Miserere, las
puertas se abren, la pareja de enamorados bajan de la formación.
23:06 Estación Loria.
23:07 Estación Castro Barros. Myrian baja
del subte rápidamente, casi empujando a la pareja cincuentona. Sin mirar atrás,
sube las escaleras corriendo a punto de caer por los altos tacos de sus botas.
El
único ocupante que queda en el coche mira hacia donde estuvo sentada la mujer
vestida de cuero; en el asiento quedó olvidado un libro. Intrigado se acerco,
leyó el titulo, (Leyendas Urbanas de Buenos Aires) lo tomó y lo guardó en su
maletín.
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Martin llega a su departamento, agotado y
frustrado. Tras un agotador día de trabajo y de llevar discutiendo horas con su
exesposa, solo quería descansar y relajarse. Deja el saco y la corbata en el
perchero junto a la entrada, se desabrocha los primeros botones de la camisa,
se quita el calzado. En la cocina busca algo que cenar, se sirve una copa de
vino y se dirige a la sala. Se acomoda en el sofá, saca el libro que encontró
en el subte y lo hojeó. Tenía algunas páginas marcadas. Lo abrió en la primera.
Según decía, la estación Pasco fue
clausurada en el año 1953 por razones funcionales. Los mitos urbanos decían
otra cosa. Dos obreros italianos habían muerto trágicamente aplastados por una
viga cuando se construía, algunos aseguraban que se los podía ver sentados
mirando fijamente pasar la formación. Otros hablaban de haber visto a un
pequeño con ropas oscuras llevando un farol; algunos dicen que es el diablo,
también que es el cuidador de un cementerio. Cuando se iniciaron las
excavaciones se encontraron con algunos cuerpos, algunos de los obreros
saquearon valiosos objetos. De repente hubo un derrumbe que dejó a los
saqueadores atrapados; se decidió el cambio de trayecto. Muchos aseguran que el
pequeño es el guardia de estos tesoros. Un operario de la línea aseguró que al
ir a uno de los sanitarios se encontró con un hombre que había sido degollado;
nadie le creyó, días después se supo que alguien murió de esa manera en las
inmediaciones. También se cuenta la historia de de una novia que se suicidó el
mismo día de su boda al ser abandonada en el altar; otra versión dice que al
ser obligada por sus padres a casarse sin estar enamorada se quitó la vida.
Buen enfoque, con ese aire romántico que tanto nos gusta. Me ha recordado a Becquer -"Miserere"- incluido. Enhorabuena, lo he disfrutado.
ResponderEliminarMuy bueno, Susana. Misterioso e intrigante. Enhorabuena.
ResponderEliminarCon el toque de intriga suficiente como para enganchar. Felicidades
ResponderEliminarHola. Muy intrigante y tensión. He disfrutado. Felicidades. Besos
ResponderEliminarMe ha gustado el toque paranormal. Enhorabuena!
ResponderEliminarMe ha gustado, Susana, sobre todo, el final
ResponderEliminarMuy diferente y con una tensión que se mantiene durante toda la lectura. Me gusta mucho el final, ese libro... Felicidades!!!
ResponderEliminarGracias chicos por los comentarios.ya me pondré al día con todo
ResponderEliminarFelicidades, Susana por ese realismo mágico.
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