La soledad me embriaga, como el vino al alcohólico, y todo es por tu culpa. No sé dónde andas ni si estás con ella ni si piensas en mí de vez en cuando. Pero me siento sola… si sola… muy sola… Acaso no te das cuenta de que estoy aquí, esperándote. Anhelando algo de cariño, buscando algo de atención. Se suponía que somos amigos, aunque creo que eso es una excusa para callarme la boca.
Sabes
que las cosas no son tan fáciles para mí que para ti. Yo no pude acabar con lo
nuestro de un día para otro como hiciste tú; dando carpetazo a una relación de
tres años, como si nada. No creo que pida mucho: una llamada, un saludo, un
mensaje de Whatsapp… algo que me indique que te acuerdas de que existo.
No
lo haces y sé que es por ella. No me puede ni ver, porque tú no eres así.
Mi
mirada se pierde entre el gentío, la veo pasar delante de mí y ni me mira, cómo
haces tú. Indiferente ante mi tristeza, metida en su rutina. Estresada,
amargada y sumida en sus propios problemas. Sin mirar a los lados, sin pararse
a escuchar al prójimo.
¿Pero
quién soy yo para juzgar a nadie? Si hago lo mismo que el resto, lamentándome de
mi suerte. De lo que siento por ti al verte, oírte y tenerte cerca… siempre con
un “yo” por delante, pues no puedo dejar a un lado mis sentimientos.
No
sé cómo acepto ser tu amiga, quizás porque no quiero que sepas lo mal que me
siento, ni lo jodida que estoy por dentro. Ni el lamentable estado de mi roto
corazón. Ahora no me parece tan mala idea lo de repartirnos los amigos. Aunque
no quiero ser yo la que te diga de hacerlo, mi orgullo me lo impide cada vez
que quiero hacerlo. Pero lo peor es ver cuando la besas a ella, esa chica que
ocupa mi lugar.
Me
consuelo pensando que no te hace sentir lo mismo que yo, que ella no sabe que
si te besa detrás de la oreja y te susurra al oído, cosas que jamás pienso
decir a otra persona, te excitas. Una de tantas artimañas para tener una loca
noche de sexo.
Aún
lo recuerdo, como si estuvieras aquí conmigo. Noto tus manos en mi cintura, me
envuelves con ellas, no paran quietas. Sé lo que buscas y me dejo llevar. Poco
a poco tus ojos me llaman y me pierdo en el fuego que tiene tu mirada. Sin
embargo, son tus labios los que me invitan a pecar a dejarme arrastrar por la
tortura de mis sentimientos.
Al
estar tan enamorada de ti, siempre consigues lo que te propones de mí. Soy
débil y frágil en tus brazos. Además de hacerme gritar como ningún otro.
Pero
ya no eres mío, ahora estás con ella. La guarra que te rodea con sus brazos
cuando me ve. Lo hace porque sabe que te quiero, que no acepto esto y, que con
una sola palabra tuya, estoy a tu lado, besándote.
¡Qué
triste es pensar que una vez lo fui todo para ti! Y ahora lo es otra.
Es
muy triste…
Muy.bonito y muy triste
ResponderEliminarun poquito como todas las cosas que se acaban, gracias Ana
EliminarProfundo e intenso... Muy emotivo.
ResponderEliminarGracias Héctor
EliminarEs como una carta triste de despedida a la persona que amaste. Es muy emotiva. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti Merche por leerlo!
EliminarIntimista y profundo, con esa desolación que dejan las rupturas forzadas
ResponderEliminarSi, eso mismo quería transmitir, gracias 😘
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