Hoy, tengo el placer de contar con el primero de los autores que conozco en persona (habrá varios), y de hecho nos vemos más de tres veces a la semana. Jorge es un amigo de hace bastante tiempo, y alguien con quien lo comparto todo. Ambos publicamos en la misma editorial, los dos pertenecemos a la misma asociación, aparecemos en cuatro antologías juntos, y él presenta mis libros y yo presento los suyos... Lo compartimos todo menos las novias, por ese dicho de que las novias y las motos no se prestan, que si lo haces te las... (No me acuerdo ahora mismo, pero cada uno con la suya y todos tan contentos).
Entre bomberos no nos pisamos la manguera, aunque de apagar fuego no controlemos mucho. Él es periodista y yo auxiliar de enfermería. «Quizá algún día te dediques a curar a la gente». Lo siento, pero me ha salido del alma. Mientras escribía nuestro oficio me he acordado y lo he tenido que decir (un lapsus).
Jorge no es un escritor cualquiera. Desde que nos conocemos ha ganado más de seis premios, y su penúltimo trabajo «Saber moverse», está en el top de Ediciones Atlantis (casi nada, ¿eh?). Hace un mes ganó un premio literario donde hubo más de mil participantes, y no solo de España, sino de todo el mundo. Apenas cinco días atrás, presentó su última recopilación de relatos: «La noche del escaparate», y con este, si no recuerdo mal, ya son diez u once libros publicados, y los primeros, en E.E. U.U. Escribe relato, microrrelato, novela y poesía; de terror, erótico, humor negro, y hasta puedo dar fe de uno infantil.
El relato de hoy nos sitúa en el año 2028, pero bien puede ajustarse a lo que estamos viviendo hoy en día. Por desgracia, de seguir así, para dentro de diez años no habrá nieblas que arrasen con todo, sino tornados. Creo que él, en su texto, lo explica mejor que yo.
Ah, no olvidéis leer entre líneas , ya que Jorge es un escritor que hace pensar. Lo dice todo, pero al contario que yo, que recalco mucho cada párrafo para que se entienda, él, con una simple palabra, lo deja más que claro. Con la historia de hoy, el autor nos narra la presencia de un elemento..., digamos sobrenatural, pero que en verdad, lo vivimos día a día.
Solo puedo decir cosas buenas de él, pero ya no diré más para que no digáis que es todo peloteo, aunque tanto él, como las personas que me conocen, saben que no me caso con nadie. Bueno, me casaré con una, pero eso es otra historia que deberá contarse en otra ocasión...
La pareja que me interesa ahora mismo es la de esta historia (acabo de cargarme mi futuro matrimonio. Uff... Bueno, da lo mismo. Lo importante, también, es el futuro del Mini relato honorífico). Si vivimos lo mismo que ellos en el Tierra, pocas ganas quedarán de casarse.
Yo sí (lo estoy intentando arreglar. Creo que lo comprenderéis).
Os dejo con el relato de mi buen amigo J.D Alonso Curiel. Os encantará.
Y si queréis tener en vuestras manos un ejemplar de «La noche del escaparate», que no tardará mucho en ponerse en ese Top, junto a «Saber moverse», lo podéis adquirir aquí.
https://www.edicionesatlantis.com/libro/la-noche-del-escaparate/
Gracias, amigo; gracias a todos.
La semana que viene tendremos la visita de mi primera antóloga, y la responsable de que hoy esté aquí.
¡¡Os espero!!
Nuestros sueños en la niebla
Abrí los ojos. Tuve la sensación aquella mañana de haber dormido cien años seguidos sin interrupción. Encendí la luz de la mesilla y vi que eran las once de la mañana. "Ha vuelto a suceder", pensé. Tenía la certeza de que había vuelto a ocurrir.
De repente, el timbre de la puerta
comenzó a sonar sin parar, y le acompañaban golpes en la puerta. Me levanté rápido y abrí. Era Julia que
me miraba asustada, y me abrazó temblando.
–¡Ha pasado de nuevo, mi vida! –exclamó.
Cerré la puerta y fuimos al salón. Abrí la persiana y
miré la calle a través del ventanal.
–No sé qué está pasando, pero esto ya es demasiado extraño, ¿no crees? Esto no
hay quién lo entienda... –me dijo.
Encendí un cigarro y
Julia volvió a abrazarme. En la calle no circulaban coches ni autobuses, y las
pocas personas que había, hablaban entre ellas con aspavientos, muy nerviosas.
–¿Pero qué nos están haciendo, Jaime? ¿Qué está pasando?
–No tengo ni idea, corazón, pero esto no puede continuar así.
Encendí la televisión y la miramos de
pie muy atentos. La presentadora del Telediario, con un gesto casi histérico y sin maquillar
ni peinar y vestida con una blusa arrugada, aseguraba que la situación era muy
preocupante:
–...con esta es la tercera vez que ocurre en un año y nadie tiene
ninguna explicación. Ningún gobierno puede decir por qué sucede; y ya, hoy, hemos entrado en un estado de total
alarma...
Nos levantamos y fuimos a la cocina
a prepararnos algo de comer. Tenía un hambre terrible.
–¿Desde cuándo estás despierta, Julia? -le pregunté.
–No más de media hora. Después de hablar un rato con mis padres he venido corriendo
a verte.
–¿Pero es posible que hayamos estado otra vez durmiendo
una semana? ¿Que nos hayan dormido de nuevo toda una semana?
–Pues parece que sí...
–Yo tenía una entrevista de trabajo el lunes anterior.
–Supongo que te escribirán para citarte para otro día. Pero eso no es
lo más importante
ahora, Jaime.
–La noche del domingo me acosté pronto como te
dije para estar fresco para la entrevista, y no pude ver, entonces, esa niebla
que aparecería de repente, como en las otras dos ocasiones que me pilló en la madrugada
cuando volvía a casa de estar en los bares y pude sentirla.
–Es que lo peor es que puede haber una cuarta o una
quinta vez en que nos dormirán a todos y nos tendrán una semana así como cobayas. ¡Están jugando con nosotros, Jaime! ¡Al final van a
acabar con nosotros!
–Pero ningún país aclara nada. ¡Qué inútiles! Ninguna potencia reconoce ser el causante de esa
niebla. Pero ¿qué quieren?
Volvimos al sofá con los
bocadillos y una botella de gaseosa. La presentadora seguía hablando y
mirando directamente a la cámara:
–...las grandes potencias siguen sin aclarar la situación. Ni China, ni
Estados Unidos, ni Francia, ni Alemania, ni el Reino Unido, ni la India saben
decir qué es esto, y todos desconfían de todos, elucubrando planes secretos de alguna de
ellas para atacar a las demás y controlar el mundo. Pero es que si hacemos caso a
sus declaraciones públicas las cuales aseguran que no saben absolutamente nada, hay
que pensar ya en la probabilidad de que esta niebla, que ha atacado en tres
ocasiones en el último año, podría tener un origen no terrestre. De todas maneras, después de este nuevo
ataque, la tensión se prevé insostenible entre las potencias mundiales, y esta
terrible guerra fría va a ser lo que continúe entre ellas y lo que va a definir nuestro destino.
Tras los dos sucesos anteriores, y sin haberse encontrado una solución ni un
entendimiento en las conversaciones que han tenido los países, se teme
mucho que no volverá a celebrarse ninguna. Las naciones creen que nadie está siendo sincero,
y la situación puede convertirse en una pesadilla. Esta pasada semana el
planeta entero volvió a padecer una nube narcotizadora en la que solo el sol, la luna,
la noche y el día siguieron sus cursos normales y cotidianos...
Nos levantamos de nuevo y miramos
por el ventanal mientras nos encendíamos un cigarrillo. Ya algún coche circulaba
por la calle.
–Si el mundo ya estaba congestionado antes de la primera
niebla de febrero, imagínate ahora, mi niña –le dije.
–Antes de la primera niebla, el mundo era un asco. Pero
la culpa la tenemos nosotros, no se te olvide –me aseguró–. A casi todos los gobiernos han llegado y llegaron políticos
impresentables, auténticos criminales y psicópatas, políticos que son todo fachada y falsedad, dictadores enmascarados
que solo han regalado beneficios a los más pobres y a los más ricos para tenerlos contentos y tener para siempre su
voto; sátrapas que han levantado muros racistas y xenófobos en las
fronteras; dirigentes que han empezado guerras ilógicas en todas las partes del mundo con la única intención de robar; jefes
de estado que no han tenido ni la más mínima consideración con la naturaleza a la que están arrasando, y
que han suprimido libertades básicas de todo tipo y que han implantado de nuevo la
tortura, la pena de muerte y la encarcelación por los más mínimos asuntos. ¿Pero qué nos espera, mi amor?
–Pero nosotros los hemos votado. Esto es la democracia.
–¡Pues viva la democracia! No nos quejemos de ella
entonces.
Sonó mi móvil y vi que era mi madre, pero no quise contestar. No
aguantaba a mi madre. Quería ducharme y nos metimos juntos en la bañera. Estábamos tan
preocupados y compungidos que ni nos tocamos.
Después nos secamos y volvimos al sofá. A la
presentadora ahora le acompañaba otro periodista.
–Ya hay que pensar en otros asuntos. Ya es hora, si es
verdad que los gobiernos no saben qué diablos ocurre, de tomar en serio, por qué no, otras
explicaciones a este tema tan inclasificable. Quizá haya que creer,
como dicen ciertos iluminados, que Dios, la divinidad, esté haciendo esto
porque no le gusta nada el rumbo que está tomando nuestro planeta; o que una civilización extraterrestre,
como así sugirieron ya otros muchos, haya sido la causante de esta niebla
que nos duerme a todos durante una semana. Y si es Dios, pues habrá que entender su
señal. Y si son los
extraterrestres, habrá que comprender que lo están haciendo por
algún motivo, ya sea
con una buena o una mala intención para con nosotros, desconocemos su fin. Hay
posibilidades de sobra de que otros seres existan en otras constelaciones, eso
no lo podemos ocultar. Estamos casi en el año 2028, no estamos en la Edad Media, y debemos
encontrar una explicación científica a lo que sucede. La primera niebla fue en febrero,
la segunda en julio y esta ha ocurrido a mediados de diciembre, antes de una
Navidad que se prevé muy conflictiva. ¿Por qué no pensar que estos tres hechos han sido solo señales por parte de
nuestro creador o creadores para avisarnos de que, si no se cambia el rumbo, lo
peor está por llegar? ¿O de que sean señales de advertencia de que la vida va a ser exterminada
por algún motivo que desconocemos? ¿O avisos para que abandonemos este planeta, y que los
pocos que puedan hacerlo lo hagan? Quién sabe... Estamos inmersos en la mayor de las dudas.
Pero lo que hay que hacer es tomar decisiones.
–¿Crees que no está lejos el sueño definitivo, la desaparición de la vida en
este planeta? –preguntó la presentadora.
–Pues no lo sé –dijo el hombre–. O quizá sea el aviso de otros asuntos...
No quise seguir escuchando y apagué la televisión. Me vestí y bajamos a la
calle. Hacía mucho frío y el cielo estaba encapotado. Caminamos abrazados.
–Ocurra lo que ocurra, Carlos, no me dejes sola, ¿lo prometes? –me dijo Julia.
–Por supuesto –le contesté.
Continuamos paseando. Fuimos
dejando atrás varios supermercados en los que cientos de personas estaban
vaciando las estanterías por miedo a lo que pudiera suceder. El pánico se había implantado
definitivamente entre todos nosotros...
Pero pronto los acontecimientos
sucedieron, no tuvimos que esperar mucho. El mundo se volvió loco, la gente
se volvió loca.
Ese mismo febrero de 2028 la guerra
entre dos claras potencias comenzó y los muertos fueron incontables. Se arrasó con miles de ciudades
y las repercusiones en la naturaleza fueron innombrables. Pero por suerte, sí, por suerte, a
primeros del mes de abril de ese año, la niebla volvió a aparecer de madrugada. Y esta vez lo hizo para
siempre. Nos sumió con su densidad, que fue mayor esa vez, y su perfume agradable y
dulzón a todos en un
sueño del que jamás pudimos
despertar. En un abrir y cerrar de ojos, y siendo capaz esa niebla de traspasar
cualquier muro y cualquier fortaleza, la vida en la tierra desapareció...
Ahora todos, todas las almas que
estuvimos en ese mundo, vagamos hacia no sabemos dónde por una bruma
sanguinolenta y encarnada. Una riada de millones de almas cansadas,
temblorosas, llenas de dolor, pesadumbre, llanto y miedo avanza en esto que
parece un limbo infinito e intemporal. Lo bueno es que camino al lado de Julia,
sin dejarla de abrazar ni un momento, como dos almas en pena, cumpliendo la
promesa que le hice de que siempre cuidaría de ella.
De lo que haya sucedido en la
Tierra o esté sucediendo, no tengo noticias. Y creo que ya nunca las tendré.
Estremecedor e intrigante, buen punto de partida para la reflexión. Gracias por la sacudida.
ResponderEliminarTe doy las gracias por compartir. Es de las historias que más me gustan, además con mensaje. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn relato impactante, apocalíptico que lleva a la reflexión. Magníficamente escrita, la historia te va envolviendo lo mismo que la niebla hasta quedar pero de otra manera atrapado en ella. El interés va subiendo y el final es todo un crack. Enhorabuena.
ResponderEliminarBuen relato. Tienes para una novela. Ánimo.
ResponderEliminarManuel Cado
Buen relato, has conseguido traspasarme una sensación de zozobra muy real, enhorabuena
ResponderEliminarRealmente mueve a la reflexión. Sobrecogedor.
ResponderEliminarGran relato, me has impresionado
ResponderEliminarGracias, querido compañero, por pensar en mí para este territorio lleno de buenas intenciones y estupenda literatura. Un placer y un honor por tener la suerte de estar aquí como por tener la fortuna de contar con tu amistad. Un fuerte abrazo!
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