Nota: Hace unas semanas que Yazmina decidió volar por libre (lágrimas), pero me envió el relato antes de irse. Fue una de mis alumnas favoritas (todas las chicas, pero diciéndoselo a cada una voy quedando bien por separado. Las nuevas que empezarán en febrero también son mis favoritas y aún no las conozco...), por eso su relato tiene que estar aquí sí o sí; además es muy bonito. Si se porta bien quizá aumente la lista de Mini relatos honoríficos (nunca se sabe).
Espero que os guste.
Aquella mañana no sabía qué le ocurría, pero
algo le pedía a gritos salir de su casa y andar por la larga avenida de la
playa. El cielo estaba nublado y, a pesar de que hacía frío, la brisa marina la
reconfortaba.
La tristeza de Kira era notable. Llevaba días
encerrada en casa, su vida se había desmoronado en un abrir y cerrar de ojos. Lo
único que le quedaba era recoger los pedazos de su roto corazón y tirar para
adelante. Al menos, tal y como se decía a ella, no había cometido la estupidez
de casarse, ya que se vería con un matrimonio sin amor.
Conoció a Felipe un día en la playa, se le
presentaron unos amigos y desde el principio supo que era ideal para ella. Su
relación siempre tuvo sus momentos: discutían en exceso, pero luego lo
solucionaban. Sin embargo, después de que le entregó un anillo como pedida de
mano, su carácter empeoró mucho más. Se volvió más celoso y posesivo, algo que
no pensaba tolerar. Ella era una mujer independiente y quería seguir siéndolo a
pesar de estar casada.
Después de la vigésima cuarta entrega “eres
mía”, ella se hartó y le devolvió el anillo.
Independientemente de que fue Kira la que
tomó la decisión, seguía preguntándose si había hecho lo correcto. Se
replanteaba todo, llegando a dudar si estaba exagerando con su opinión acerca
de la conducta de su novio. En ocasiones, lo justificaba, achacando su
comportamiento a que la quería demasiado. Su cabeza era un caos, por eso
necesitaba salir de casa.
Al tiempo que iba andando, notó algo
brillante entre las rocas. Un destello que sobresalía entre el oleaje y el
peñasco. Sin pensarlo, se acercó con mucho cuidado, pues el embravecido mar,
amenazaba con mojarla de arriba abajo.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, vio
una botella, encallada entre las rocas. Al principio, pensó que fue un
aprensivo que tiró basura al mar, pero luego se fijó que en su interior había
algo: era un trozo de papel, algo mojado, pues el tapón no había logrado
mantenerlo seco.
Su curiosidad subió a niveles máximos y no
resistió la tentación de ir a por ella, cuando la tomó entre sus manos, una ola
le mojó los bajos del pantalón. Tiritaba de frío, pero le dio igual, tenía su
premio: la botella con un mensaje.
Se quedó sin aliento al leer aquellas
palabras, alguien le estaba pidiendo ayuda. Miró hasta donde la vista le
alcanzó, intentando cubrir lo más posible. Deseaba desesperadamente averiguar
de dónde procedía aquel mensaje.
No se lo pensó mucho: debía ir a la policía;
tenía que hacer algo, ya que alguien estaba en peligro. El mensaje era claro.
Salió disparada hasta comisaria y habló con
el primer agente de la ley que la atendió. Le entregó la botella con el papel
en su interior, pues no le hizo falta abrirla para leerlo. Al principio no
parecía darle importancia, al contrario que Kira, por lo que le dijeron que lo
estudiarían y le dirían algo. Realmente, le dijeron eso para que se marchara,
pues ellos sospechaban que aquello debía de ser alguna broma de mal gusto.
No pudo pegar ojo en toda la noche, no podía
dejar de hacerse mil preguntas al respecto: ¿Quién lo había mandado? ¿Dónde
estaría? ¿Quién era? ¿Cómo se encontraría? Todo eran preguntas sin ninguna
respuesta.
Por lo que nada más amanecer regresó a la playa en busca de alguna pista.
No le hizo falta buscar demasiado, pues en el mismo lugar otra botella,
exactamente igual a la anterior con otro mensaje.
Fue leerlo y salió disparada a la comisaria.
Cuando dio con el mismo agente, se la entregó y esperó su reacción. Se quedó
perplejo, otra petición de ayuda. Tardó un poco en reaccionar pero cuando lo
hizo llamó a la Guardia Civil de Costas para verificar si sabían algo.
A partir de este punto se desmadró la cosa.
El alcalde pidió a los pesqueros de la zona que si veían algo que avisaran a la
comisaria. Los barcos de la Guardia Civil peinaron la zona, buscando cualquier
indicio; la prensa se hizo eco de la historia y quisieron entrevistar a Kira….
Todo se dimensionó en exceso.
Al día siguiente, todo el país estaba al
tanto de lo ocurrido. Fue todo un acontecimiento en aquel pueblo pesquero.
En contra de lo que se pensaba no apareció ni
una botella más, desde que la noticia saltó a los medios nacionales. Aunque
Kira acudía cada mañana por si lograba obtener alguna cosa más sobre esa
persona.
Tres días más tarde, cuando la cosa se calmó
apareció otra botella, esta vez no fue Kira sino la Guardia Civil la que lo
interceptó en medio del mar. El mensaje era raro, muy extraño, pero la
ubicación y las corrientes le dieron la pista definitiva para saber el lugar de
donde salían los mensajes.
Al día siguiente, pillaron a un hombre joven
tirando una botella igual desde un acantilado. Lo detuvieron al instante para
que prestara declaración.
Los medios de comunicación lo anunciaron como
una broma, pero no lo era. Esa persona era un poeta frustrado que, cansado de
que no poder vivir de todo su vocación, rompió uno de sus poemas y los mandó en
botellas. Lo que no contó con la dimensión que tomó el asunto, por eso estuvo
días sin arrojar nada al mar.
Kira se sentía utilizada por el poeta y no fue
la única. Los reproches no se hicieron esperar por parte de la gente de la
zona, además de costarle problemas legales. A pesar de eso, consiguió un
contrato con una gran editorial y vendió miles de libros, ya que la prensa
ayudó al narrar su historia. Todos querían conocer el poema del mensaje en una
botella y eso lo catapultó a la fama.
Cuando el tiempo consiguió que el coraje y
las habladurías mermaran, el poeta quiso conocer a Kira, esa chica que hizo
posible su sueño. Le costó porque ella no quería saber nada de él, pero al
final logró hablar con ella.
Los meses pasaron y, al conocer un poco a la
persona que estaba detrás del poema, notó que ambos corazones comenzaron a
latir al mismo ritmo. Descubriendo la posibilidad de un futuro juntos.
Quizás aquellos mensajes no buscaran nada,
pero lograron unir dos corazones solitarios.
Muy bonito Yazmina, una historia original y distinta.
ResponderEliminarMuchas gracias 😘 Ana! Eres una gran amiga
EliminarPero no te lo digo como amiga, me encanta como lectora !!!
EliminarTe echaremos de menos, Yasmina. Me ha gustado mucho tu relato. Romántico y con un giro sorpresa. Un abrazo.
ResponderEliminarYo te, Merche, otro abrazo y gracias
EliminarHola chiquillos, aunque no me creáis me hubiera gustado quedarme hasta al final, pero ahora mismo no puedo.
ResponderEliminarMuchas gracias José por esas palabras tan bonitas, para mí fue un placer ser tu alumna y espero q seas mi amigo a partir de ahora.
Un besito grande a todos y os seguiré leyendo! 😘
Nunca se sabe. Quizá algún día en un futuro... La puerta siempre estará abierta, solo que si vuelves algún invierno avísame con antelación, que la suelo tener cerrada por la corriente. El placer ha sido mío. Llevo dos semanas con depresión desde que te has ido, non como, apenas bebo y ya no me acuerdo de lo que significa dormir (te digo solo lo más suave para que no te sientas culpable). Ya era tu amigo además de profe, pero claro que seguiré siendo tu amigo. Otro beso para ti, y escríbeme, que me tienes olvidado :)
EliminarClaro q te escribiré, un besito
EliminarGracias por tu relato y tu compañía estos meses. Espero que sea un cambio de situación y sigamos en contacto, aunque sólo sea como escritores/lectores, aunque espero que sea más que eso. Para cuanto necesites, si me es posible, a tu disposición.
ResponderEliminarGracias, Héctor 😍😘 El placer ha sido mío por tener tan enormes profesionales a mi lado
EliminarGran relato, Yazmina. Gracias por dejarnos tu historia. Que vaya todo muy bien!
ResponderEliminarMe alegra que nos dejaras este relato antes de irte, Yazmina, gracias. Tan romántico y diferente. Seguiremos leyéndonos
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