Quitando el
invitado de la próxima semana, hasta ahora, los tres primeros son compañeros de
las redes. Conozco a Laura y a Juan desde hace mucho, como ya dije; sin embargo,
a Pino desde hace unos tres meses. Ambos nos seguimos y compartimos grupo de
Twitter, pero no habíamos hablado nunca, hasta hace poco. Todo cambió con la
publicación de El diario de un fracasado. Pino fue de las primeras en leerla
(de los seis que la han leído), y mis inseguridades sobre la novela comenzaron
a desaparecer. En los agradecimientos explico que me costó mucho decidirme a
publicarla, y el sufrimiento de los dos primeros lectores me hundió más. Pino
también sufrió lo suyo, y aún recuerdo nuestras conversaciones porque no podía
seguir leyéndola. La guardó, desconectó y la siguió.
Al igual que repito eso de que “gente
que escribe hay mucha pero escritores muy pocos”, también repito el que no me
considero escritor, simplemente un creador de historias. Pino, con esta novela,
me ha hecho sentir escritor. Y no solo eso, sino que me ha apoyado, animado y
escuchado. Es muy duro escribir la historia de un niño al que nadie quiere y
todo el mundo desprecia por ser diferente; es muy duro ver que lo que has
escrito suena tan real que todos los lectores cambian de nombre para llamarse
Iván, y que ha tenido que contar su historia para dejar atrás los palos y por
fin encontrar cariño. De esos seis que he mencionado, todos tuvieron que parar
de leer. Todos, pero es que Pino además me lo comentó. Hemos hablado de la
novela largo y tendido, y hoy, por supuesto, quiero agradecérselo en público
(mil gracias, Pino). Además de una gran escritora, también es una gran amiga. En las redes sociales encuentras gente con talento, y grandes personas como ella.
Hace semanas, leí El farero. Primero
entré en Amazon y miré los comentarios. Vi también lo que decía la gente de
Twitter a favor de la novela, y decidí que fuera mi lectura para el fin de
semana. De madrugada, mientras muchos se llenaban el estómago de un líquido al
que no encuentro la gracia y creen en verdad estar pasándolo bien, leí la
historia. Eso es pasarlo bien: el frescor que da la imaginación del mar, los
sueños por cumplir, los diálogos tan reales de cada uno de sus personajes, la
belleza de las letras; las mismas con las que, página a página, la autora te
hace sumergir en lo que está contando. Con
el relato de hoy he vuelto a sentir ese frescor del mar, y que eso a lo que
llaman “amor”, no es solo algo que se comparte en pareja. Hay varias formas de
amar, y el corazón no solo tiene espacio para los seres vivos…
Todos los textos de Pino me
emocionan. Lo hizo El farero, y lo ha hecho El consuelo de Peregrino. Tienen ese
toque mágico que te hace pensar y vivir la historia como si fueras tú al que
está describiendo.
Ella ya sabe de mi deseo por volver
a leer sus próximas historias.
Os dejo con el Mini relato
honorífico de mi amiga Pino. Y si después queréis emocionaros y leer una
preciosa historia, aquí encontraréis El farero.
Hasta la semana que viene.
(Gracias, Pino).
El consuelo de Peregrino
Llovía gotas
de mar azul con olor a algas, aquel día no iba a ser uno más, lo tuvo claro
Peregrino Aviar, justo antes de levantarse al respirar aquella lluvia
nostálgica. Se puso las botas de cordones directamente sobre los pies sin
calcetines, unos pantalones arrugados que planchó con las manos, se miró al
espejo en una especie de sonrisa para ver si los dientes seguían donde siempre.
Sus pasos lo llevaron irremediablemente al caminito que bordea el acantilado,
donde las olas por poca cosa enfurecen y revientan de tal manera que desprenden
trozos de roca.
Vivía en la
que fuera casa de los abuelos con una pensión mediocre, sin más compañía que él
mismo, de poca conversación, aunque muy respetado en el pueblo por honrado.
Hacia las seis de la tarde tomaba una cuarta de vino con los lugareños mientras
jugaban a las cartas.
Rondaría los
setenta, los sesenta o vete a saber…, y si alguien le preguntaba los años por
respuesta invariable “¡Y qué más da!”.
Peregrino
Aviar, sabía que aquel día tenía que ir donde fue, ¡al acantilado!, tenía que
ver a la ola soberbia, la ola amada lo más cerquita que pudiera. Mariscador de
toda la vida no estaba haciendo lo correcto, la mar es traidora, nunca respeta
al osado, pero es que aquel día bendito llovía gotas de mar azul y para el
enamorado era una señal inequívoca que el océano se desnudaría para él, se
entregaría a sus brazos y se revolcarían en un frenesí inaguantable, por eso
fue…, alguien dijo que de tanta soledad ya iba flojo de testa, pero ese alguien
no sabía nada del amor. La mar no le iba a hacer nada, salvo exhibirse coqueta,
destructiva, en un juego morboso y seductor.
Las olas
arrancaban cada vez más lejos, cada vez más grandes, para llegar extenuadas a donde
los pedruscos temblorosos. Esperó impaciente mientras la lluvia le mojaba la
cara en una excitación que él solo comprendía.
Por eso se
tiró al mar a nadar a toda velocidad en el momento manso, cuando invita a
entrar, braceó con la fuerza del buen nadador, estaba seguro que saldría de
allí intacto, nadie le iba a quitar el placer de estar a solas con la
“esperada”. Al cabo de algún tiempo vio la orilla lejana, la corriente lo puso
rápido en la noria de agua, las atravesaba por la base, luego rápido hasta la
siguiente, todo iba bien. El océano ahora estaba en calma. Ante sus ojos se
elevó atrevida, erguida frente al amado absorto por su belleza, minúsculo en la
base ¿qué entenderán del amor, los que no entienden nada del amor? Por qué es
locura que el pescador se enamore de la ola y la ola del pescador.
No hizo nada por
cruzarla para evitar el golpe atroz, la dejó hacer lo que ella quisiera, siguió
la ola creciendo inmensa. Peregrino, diminuto ayudándose de las manos en un
intento por estar a flote, entonces la tocó, la acarició, la besó hasta llorar.
Tanto tiempo
pensando en ella y ella en él, ya lo había visto entre las rocas como la
traspasaba con su mirada hasta quedar cautiva, ese recuerdo le hizo perder
altura por estar a su lado solo para volver a resurgir más grande, más colosal y depositarlo en la cresta de quince metros.
Con ternura para no dañar comenzó su carrera hasta el acantilado, allí lo puso
en el camino de arriba, donde nunca llega el mar ni siquiera en las peores
tormentas. Esta vez sí, esta vez era diferente y única por lo insólito, se
saltó todas las normas con tal de estar con él un breve pero intenso espacio de
tiempo, para protegerlo de corrientes avariciosas u otras olas.
Después, la
partida a orillas muy distintas para ser inflexible con el atrevido que entra
díscolo por un chapuzón, sin saber que la muerte lo espera entre sus faldas
para llanto de algunos.
Ya no pueden
vivir el uno sin el otro, por eso las mañanas cuando llueve de esa manera, ella
lo espera haciendo figuras caprichosas para seducir. Peregrino Aviar, desde el
acantilado la contempla hasta que desaparece una vez más con las corrientes.
En el pueblo
dicen que es decente, pero de tanta soledad el entendimiento le falla y se pone
a hablar de amor frente al Azul, cuando los días se vuelven melancólicos con
esa llovizna triste que trae la salada.
-¿Qué hace Peregrino…? ¡Sea caritativo con usted que da penita
verlo! Por qué no mira prudente y apalanca ya de una vez esa cansera con la que toma la
vida, pero igual venga a la cantina que si quiere hablamos de penas.
-¿De penas…?-, se rascó la cabeza, mientras la movía pensativo -.
Ay caramba…, ahora va a resultar que el fastidiado soy yo… ¡penas, ninguna
cargo! Ella recorre el mundo con tal de verme, usted no lo entendería… de
cantinas y juegos, sí. De amores inexplicables, no.
Pino Naranjo 30/06/17
¡Qué pocos elementos hacen falta, cuando se tienen recursos y se domina con precisión el lenguaje y sus emotivos devaneos con las almas, para construir una historia. Me ha enganchado esa habilidad para sugerir y que sea el espectador quien de verdad describa entornos y paisajes, complete con sus propias experiencias, con sus propios anhelos, una situación que convierte en suya a puro deleitarse entre sus letras.
ResponderEliminarGracias por enseñarnos a ver, por obligarnos a recordar una historia, que no habíamos vivido.
Héctor, qué se puede decir cuando leo lo que has escrito y me embarga la emoción... honrada, agradecida por ese comentario que ya me habla de lo bien que escribes porque en los comentarios también se reconoce al escritor.Resalto esta frase tuya " por obligarnos a recordar una historia que no habíamos vivido" (magistral)
EliminarQuerido José, me honra el estar en tu Taller Literario, me honras con tus palabras. A tu calidad como persona se une un enorme talento como escritor, manejas la palabra escrita en un tuteo constante, con la confianza del que sabe, del que nace con ese don, tú lo tienes, lo constaté en “EL DIARIO DE UN FRACASADO”, lo que narras se vive, se siente, final último de todo literato. Gracias, una palabra que tan solo tiene siete letras pero ¡qué profundo significado! Gracias
ResponderEliminarTú sí que me honras con tus palabras, Pino. Es un honor contar con alguien como tú entre los Mini relatos honoríficos. Tú también tienes ese talento, amiga, y aún nos queda mucho por leernos. Nos seguiremos emocionando con nuestras historias, y seguiremos soñando... Un abrazo fuerte, y mil gracias :)
Eliminar“Entrañable relato dicho a media voz con la sencillez de las historias centenarias susurradas al amor de la lumbre. Una historia de amor, más bien una pasión quimérica, concebida en la imaginación de un hombre solitario, alimentada y sublimada hasta convertirla en la razón de su vida. Por supuesto, estamos al otro lado de la lógica, pero gustosos, escuchando la amena voz de Pino, que nos seduce y cautiva con el encanto de su talento narrativo hasta hacer que su historia nos parezca cotidiana, casi familiar. ¿O acaso no conocemos a este hombre de bien con el que nos cruzamos a diario, Peregrino? Amor poderoso, avasallador, el de este hombre en su delirio, que logra nuestra empatía. (¿Desvarío de un alma macerada por la soledad? ¿Quién puede juzgarlo? El que esté limpio…). Y el clímax llega en ese apasionado abrazo en el que el amante consuma su acto de amor supremo: Ser uno con la amada, sentir cómo se deslíe en ella, conmovido hasta las lágrimas. Al lector le llegan, entre la espuma, vagas y lejanas resonancias del mito de Bella y Bestia, devenidos aquí en el marino enamorado y el objeto inaprensible de su amor, para él tan real, que la magia de la autora nos lo hace creíble y hasta posible.”
ResponderEliminarJUAN SEVILLANO
Querido y admirado Juan, con tu prosa culta, tu docta opinión, tu capacidad analítica has llegado al núcleo del personaje ¿qué puedo decir? Tu Obra literaria te avala. Tu comentario es un halago a mi Peregrino que tú lo conviertes en sobresaliente.- Pino Naranjo
EliminarUn saludo, Pino. Aunque no nos conocemos en persona sabes que te aprecio. Estoy segura de que algún día lo haremos. Cuando leí El farero, descubrí a una escritora sensible y cariñosa. También sigo tus relatos.
ResponderEliminarEl consuelo de Peregrino está en tu línea: Elegante. Muchas gracias por compartirlo.
Merche, sé que eres una gran escritora y persona. Gracias por tus palabras, por leerme. Sería un placer conocerte personalmente. Pino Naranjo
ResponderEliminarNada que decir. Sólo que eres increíble, Pino🙋🙋🙋😘. Enhorabuena😉😉
ResponderEliminarJosé, muchísimas gracias, querido amigo. Pino Naranjo
ResponderEliminarExcelente relato y enorme maestría en la narración. Haces que afloren sentimientos apagados al leerte y consigues que el lector imagine los escenarios como si estuviera allí.Muchas gracias por compartirlo y enhorabuena.
ResponderEliminarCarlos, tus palabras son un premio para mí. Muchísimas gracias. Pino Naranjo
EliminarQuė voy a decir de Pino, es una gran escritora y una gran amiga. Con un cuidado lenguaje emociona con este relato esperanzador y donde el amor es eterno e infinito.
ResponderEliminarQuerida Dolors, gracias por tu apoyo, por tu amistad, por tus palabras, por tus comentarios, por ser como eres, una gran persona y una gran escritora. Pino Naranjo
EliminarMe has emocionado (que no es fácil). Es la primera vez que leo algo tuyo, y no será la última. Enhorabuena!
ResponderEliminarLaura, tener una lectora como tú (gran escritora) es un lujo, espero nunca defraudarte.
EliminarJolín Pino!!! Que preciosidad de relato!!! Por un momento he querido ser yo Peregrino... He sentido esa necesidad de amar y de entregarse como él al mar. !Que bonito te ha quedado este relato! ¡Cuantos sentimientos y sensaciones encierra! Siempre me gusta todo lo que escribes pero en estas pocas lineas, ha condensado toda la belleza... Enhorabuena, eres una maravillosa escritora
ResponderEliminar¡Ana, pero si escribes como los ángeles! A ti te gusta especialmente el mar, no hace falta que me lo digas, lo sé. Me encantan tus palabras hacia Peregrino. Muchas gracias
EliminarGran relato, felicidades! Eres una crack!
ResponderEliminarMuchas, muchas gracias, feliz con tus palabras.- Pino Naranjo
EliminarGenial! Un gran relato que me ha atrapado hasta el final. Felicidades, Pino.
ResponderEliminarGracias Iván, ¡muchas!por leerlo y por comentarlo. Pino Naranjo
EliminarEspero que no sea tarde para comentar, Pino. A veces las palabras se me quedan cortas cuando algo me llega dentro ... y leer este relato, esta historia de amor, tan llena de sensaciones y sentimiento, me ha emocionado profundamente. Felicidades
ResponderEliminarA mí tu comentario créeme y no, no es tarde, por inesperado es un regalo. Muchas gracias de corazón
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