Esta es una historia sin importancia, que se
desarrolla en un pueblo sin importancia, sobre unas personas poco importantes. Pero,
como hasta el aleteo de una mariposa puede tener su importancia, presta
atención.
*****
Clara era una mujer sencilla y humilde, cuya
única pretensión era agasajar a su marido. Labraba la tierra con dedicación y
cuidado, como todo lo que hacía. Su rostro, tal parecía dibujar un corazón, y
el pico de viuda que coronaba su frente, acentuaba ese efecto.
Su
marido, apodado El Sombrío, se
mostraba al mundo huraño, vestido con harapos, cual mendigo a la puerta de una
iglesia; hombre de pocas palabras y mal humor.
Ambos
vivían en una casa discreta, arcaica para la época. Suficiente para ellos dos.
Los
vecinos más próximos estaban a una hora a pie de distancia, pues a la pareja le
gustaba la soledad. No recibían muchas visitas, solo compradores de huevos de
gallina. Eran conocidos por tener los más sabrosos de la comarca.
En los
últimos tiempos, la pareja padecía por el ruido que causaba el aeropuerto
recién estrenado. Cada poco, surcando el cielo, los aviones se elevaban
rugiendo como leones, ensordeciendo a El
Sombrío, que se encogía tapándose los oídos, deseando que acabara pronto su
calvario. A él, que adoraba el silencio, que no solía hablar más que con
monosílabos a su esposa, el sonido le traía malos recuerdos. Clara, sin
embargo, se lo tomaba con filosofía, pues había aprendido hacía tiempo a
conformarse.
Una
tarde, la mujer cuyo rostro refulgía amor, dejó a su esposo en el salón, descansando,
mientras ella ponía trampas para las ratas que hacían peligrar a sus adoradas
gallinas. En tanto que Clara colocaba el queso, una niña se situó, sigilosa,
tras la campesina, observando cómo llevaba a cabo su labor.
—Señora,
¿es verdad que aquí vive el diablo? –dijo la chiquilla con voz inocente.
Clara
se sobresaltó al oír el dulce sonido, y lanzó una mirada a la niña, entre
divertida y enfadada.
—Dile a
tus papás, que es de muy mala educación criticar a sus vecinos.
La
muchacha no retrocedió, sino que se mantuvo erguida, sin quitar ojo a su interlocutora.
—Mis
papás no critican, solo me advierten que no debo acercarme a la casa del
diablo.
—Entonces,
¿qué haces aquí? Eres pequeña para un trayecto tan largo. Te podría pasar como
a la niña de la caperuza roja. ¿Sabes de quién hablo?
La
chiquilla, que no tendría más de ocho años, asintió con la cabeza y echó a correr
sin decir adiós.
Clara
sonrió, observando a la niña alejarse dando saltitos. Decidió no contarle lo
sucedido a su marido, pues únicamente serviría para acrecentar su rabia. Ahora,
debía dar de comer a sus bebés de plumas brillantes.
—Las
mimas demasiado, mujer. A este paso, gastaremos toda su comida y, ¿cómo piensas
reponer? –El Sombrío paseaba inquieto, de un lado para otro de la cocina, justo
cuando Clara preparaba el pienso.
En los últimos
tiempos, su esposa despilfarraba demasiado. Pronto tendrían que pensar en una
solución realista. Clara estaba a punto de cumplir los 28; a partir de ahí, la
mujer empezaba a ser menos fértil. Tendrían que pensar en tener hijos para que,
en un futuro, se ocuparan de la granja. No le gustaba demasiado la idea. Él no
había tenido una infancia feliz, y su vida actual tampoco era fácil. A veces,
se sentía prisionero en una cárcel sin barrotes físicos, pero muchos
emocionales. Tampoco sabía si sería un buen padre. No repetiría patrones, eso
lo tenía claro, pero no estaba seguro de querer prolongar esa vida
campestre. Si conseguían tener
descendencia, irían a la ciudad; ya había pasado mucho tiempo como para que
nadie les reconociera.
—No te
preocupes tanto. Siento una simiente en mi interior que germina despacio.
Pronto se acabarán nuestras preocupaciones.
El
Sombrío torció el gesto, disgustado por cómo Clara hablaba de su futura prole.
—Este
niño nos ayudará en las labores, mujer, no servirá a otros propósitos.
—Pero…
—No hay
nada más que hablar, así será. –El hombre se dirigió a su habitación, dando un
portazo tras de sí. La decisión estaba tomada.
*****
—Te
digo que sí, mamá, que les dio de comer un trozo de oreja. –La niña puso los
brazos en jarra, enfadada porque su madre no la creyera.
—Eres
muy fantasiosa, Lucía. Las gallinas no comen carne, y menos humana. –La mujer
estaba dando la vuelta al pollo que tenía en el horno, algo que le pareció
divertido dado el tema que estaban tratando.
—Ah,
¿no? Y tú ¿qué sabes?
—Ay,
cariño, que sabe más el diablo por viejo. Además, ¿cómo hiciste para que nadie
te viera? –Cerró la puerta del horno y se dio la vuelta, enfadada, pensando en
que su hija se libró por poco de la ira de sus vecinos. Tenían fama de
cascarrabias, en especial el hombre.
—Papá
siempre dice que soy ágil como una gacela, y con el ruido de los aviones es
fácil disimular las pisadas.
—Quita,
quita, deja de decir chorradas, Lucía, que tengo mucha faena. –La mujer negó
con la cabeza, dando la espalda a la niña.
—Pero,
¿y si es verdad lo que dicen? ¿Y si comen niños? –Lucía abrió los ojos,
intentando dar énfasis a sus palabras.
—Con no
volver a aparecer por allí, solucionado. Deja de molestarlos o se enfadarán.
Lucía
frunció el ceño, había esperado un poco más de atención por su parte. Pero no
importaba. Viviría una aventura y acabaría con los malhechores, como Sara y
Tadeo Jones. Después sería considerada una heroína.
Le
tomaría prestada la cámara de fotos a su padre; necesitaba pruebas. Suponía que
eso no se consideraba robo, ya que una buena detective tenía que ser legal. Esperó
a que su madre saliera al patio para entrar en la habitación de sus
progenitores y buscar el objeto deseado. Tuvo un poco de cargo de conciencia al
cogerla; si la estropeaba, su padre se enfadaría. Se la colgó al cuello y la
escondió bajo su camiseta. Ya estaba preparada para su misión.
*****
El Sombrío fue a dar un paseo. Nada le
disgustaba más que discutir con su esposa. Estaba harto del ruido de los
aviones, de la huerta y, sobre todo, de las dichosas y sucias gallinas. Clara
se desvivía por ellas, no entendía cómo podía conceder tanta importancia a las
apestosas aves. Cierto que eran su sustento, pero podrían salir adelante con
otros medios. Su vida, como creía ella, no dependía en exclusiva de la venta de
huevos. A veces, se preguntaba qué hubiera sucedido con sus vidas si cada uno
hubiera tomado su camino. Se sentía tentado a dejarla, había días que apenas
soportaba su presencia. Pero, en el fondo, la necesitaba; de una manera
enfermiza, pero así era. Era un hombre demasiado leal.
En su
caminar, creyó ver una pequeña cabeza rubia que es escabullía tras los
matorrales. ¿Quién sería? Decidió seguir sus pasos y descubrir lo que se traía
entre manos.
*****
La campesina estaba en la huerta y, a través
de las ventanas, comprobó que la casa
estaba vacía, ni rastro del hombre. Resuelta, Lucía entró, sabía dónde tenía
que buscar. El bote con los restos de niños mutilados se hallaba en la cocina,
lo había visto con sus propios ojos, así que, solo tenía que hacer unas fotos y
largarse. Muy sencillo, y después, sería conocida como la rescatadora de niños,
la honorable detective que logró la captura de dos infames asesinos. Ya podía
ver a los niños en el patio, preguntándole de dónde había sacado tanta
valentía.
La tapa
del tarro era de rosca, y estaba apretada tan fuerte que, por un momento, creyó
que no podría abrirla. Al fin cedió, y la niña desparramó sobre la mesa parte
de su contenido. Adoptó una mueca de asco al exponer el macabro alimento. Trozos
de cartílago de oreja, dedos diminutos troceados, y a saber qué más. Sacó la
cámara y disparó unas cuantas fotos. Con eso le bastaría para completar su
tarea.
—¡Qué
haces, niña!
Lucía
se giró, asustada, descubriendo a la mujer con el rostro desencajado de furia. Presa
del pánico y sintiéndose acorralada, echó a correr hacia la puerta, pero Clara
le agarró del brazo impidiendo la huida.
—¿Dónde
crees que vas?, entrometida. –La campesina le arrebató la cámara de las manos y
la tiró con fuerza al suelo.
—Suéltala,
mujer. –Detrás, El Sombrío contemplaba la escena.
—No
podemos, sabe demasiado. –La mujer apretó con fuerza a la chiquilla, que empezó
a lloriquear–. La utilizaremos de alimento, así tendremos pienso de sobra y podremos
quedarnos con el bebé, como tú quieres.
—¿En
qué te has convertido? ¡Eso es asesinato!
—¿Y lo
de nuestros hijos no?
—Papá y
mamá nos enseñaron a hacerlo así. Si lo haces antes del primer llanto, no
acabas con su vida, simplemente no se la das.
—No seas
tonto, a todos y cada uno de ellos les latía el corazón.
—No es
cierto.
—Claro
que sí, don sensible. Eres igual que papá: pusilánime y cobarde. ¿También tú
quieres abandonarnos?
El
Sombrío se estremeció. Primero de pena, y después de rabia. Se acercó a su
hermana, la asió y la zarandeó con fuerza, provocando que esta soltase a la
niña, que huyó despavorida aprovechando la oportunidad que se le brindaba.
El
hombre estaba enloquecido; Clara gritaba, y los aviones rugían sobre sus
cabezas, ajenos a la desgracia que ocurría tras el corral.
Magnífico, Laura. Como todos rus relatos🙌👍
ResponderEliminarImpactante. Terrorífico. Enhorabuena, Laura. Me ha gustado mucho tu relato. Me declaro tu fan. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Wow..! muy bueno... Enhorabuena.
ResponderEliminarMe ha encantado, felicidades Laura
ResponderEliminarMuy impactante. Engancha hasta el final. Enhorabuena, sigue así :) :).
ResponderEliminarTe estás convirtiendo en una experta del terror. Pronto le haces sombra al profe. Muy bueno, Laura. Estremece-
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por los comentarios! Me animáis a seguir!
ResponderEliminarMe ha encantado, muy bueno
ResponderEliminarEspectacular, te felicito
ResponderEliminarTerrorífico y escalofriante... Me ha impactado. Felicidades
ResponderEliminarMuy diferente a tus anteriores relatos, Laura, pero me ha gustado. Felicidades!
ResponderEliminarAnda!!! Me has impactado. Muy buen relato, no me esperaba ese desenlace. Felicidades.
ResponderEliminarMuy buen relato. ¡Felicidades!
ResponderEliminarMe has dejado impresionado. Enhorabuena, muy bueno.
ResponderEliminarBueno , os visito a este más que interesante blog , donde veo que hay muchos y buenos escritores unidos para crear algo muy bonito y es el aporte de cada uno .
ResponderEliminarLo iré leyendo poco a poco y desde luego en esté que me he detenido pq el titulo me llamo sinceramente la atención , me ha encantado como de algo que empezó " sin importancia" ha cobrado vida y de una manera absolutamente genial .
Muy bueno .
Gracias , un saludo.
Muy bueno. Gracias por compartir. También tengo relatos cortos ¿Te interesan?
ResponderEliminarMe ha encantado la forma en la que redactas. Este relato es muy adictivo. Enhorabuena.
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