viernes, 6 de enero de 2017

"De soñador a elegido" Carrie Polaris

   


Esta no es una historia navideña, más que eso es una historia de búsqueda y resultados, que viene siendo más ideal que la fantasía en sí. Los cielos son la demostración eterna de la vida existente en este y otros mundos. Cada suceso escrito y por escribir se encuentra ahí, en las constelaciones estelares, en la totalidad del espacio y del tiempo, todas las formas de la materia, la energía, la vida, todo lo que anhelamos conocer.

La noche estaba estrellada y el cielo despejado como de costumbre en los últimos días. Baltasar se hallaba tendido sobre la manta, ojos aceituna pegados al firmamento celeste. Sus compañeros, a unos metros de distancia, mantenían una tertulia acerca del camino, la arena, los ruidos, los pies y un montón de cosas que no le llamaba la atención conversar, no ahora por lo menos.

La brisa llenaba los labios de un calor seco. Baltasar los humedeció  acariciándolos con la lengua, carraspeó y continuó soñando despierto. Si pudiese dibujar en aquel cielo, todo lo que quería tener a su favor, si el universo le trajera más sucesos a los que él mismo soñaba... Ser catalogado como sabio no es tarea sencilla, debes descubrir el camino continuamente, hacer preguntas, investigar respuestas, pero ahora la investigación y los pensamientos se los robaba un ideal, una historia tan  fantástica e irreal para muchos. Tenían—todos ellos—, la visión potente de la llegada de un nuevo Rey en algún lugar de la Tierra. Todos los datos los llevaban por un camino, luego por otro, y así, se encontraban deambulando desde hacía ya seis semanas sin resultado alguno.

Baltasar estaba extenuado, su juventud no le impedía alejarse de la sensación no resuelta del acontecimiento. En su mente no cabía la  idea de regresar sin tener ninguna señal, ninguna respuesta, ningún resultado… sin ver el rostro del Rey.

La luna le diluía en sueños, continuas visiones de los tres presentándose frente al trono y las palabras que dirían. ¿Le gustará el presente que escogió como ofrenda? De pronto la noche se volvió más oscura, las miradas de los tres se enfrentaron nerviosas. Baltasar se levantó de un brinco y se unió a sus camaradas. La brisa se trasformó en algo un poco más denso y helado. Suceso nada común en aquellos territorios baldíos.

— ¿Qué es lo que sucede?—, preguntó Melchor en tono grave.

No hubo necesidad de respuesta, sobre el cielo majestuoso se formó una luz magníficamente brillante,

— ¿Una estrella?—preguntó Gaspar.

—Y qué estrella—, respondió Melchor.

—Nuestra señal— Concluyó Baltasar, sonriendo. Sus ojos se iluminaron brillantes, como si la propia estrella se reflejara en ellos.

El universo es adecuado y perfecto, pensó. Si ofreces preguntas te entregará respuestas.

El camino comenzaba a dilucidarse. Sus piernas anhelaban avanzar (todos lo anhelaban). Corrieron al campamento a unir sus cosas para emprender el nuevo viaje, ya con un destino un poco menos incierto. Sus voluntades estaban intactas y volaban alto.

Creer, por sobre todo creer, es la única forma de recibir la respuesta que el ser humano necesita.

Montaron sus animales, cargaron sus cosas y así, ojos fijos al oriente, siguiendo la luz poderosa que les indicaba el camino para llegar a la meta.

—Descubrir nuevas cosas, nuevas experiencias, adquirir nuevos conocimientos y descubrir lo se anhela, no parte por conquistar el camino, parte por errar y cambiar de mirada en tus ojos.

Un nuevo tiempo estaba a punto de comenzar y Baltasar sería parte de la historia, una historia que cambiaría su vida y la de aquel niño soñador que fue una vez. Solo se establecería un hombre victorioso.

Miró el empaque en que llevaba la mirra y sonrió, el resto de la historia ya es conocida. Él aún no sabía al Rey que conocería, pero todos sabemos el hombre en que se convirtió: más que un Rey mago entregando mirra, en un elegido para conocer a Dios.

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