sábado, 7 de enero de 2017

"Despertando en Navidad" Dolors López

               

Me siento rara. Siento un ligero dolor en las rodillas, ¡qué extraño! Siempre me habían dicho que las figuras de barro ni sienten ni padecen. Miro a mi alrededor: a la derecha veo a Pablo con sus ovejas, ¡pobre Pablo! , todo el día caminando montaña arriba, valle abajo, nieve o haga calor. Pero ¡no puede ser! Pablo no se mueve, está quieto y sus ovejas petrificadas, ni siquiera se las escucha balar. Giro la cabeza. Es curioso, creo que es la primera vez que lo hago desde que el artesano Samuel me coció en su horno, y después me pintó con estos colores de tierra y rojos de otoño. Y es que una lavandera no puede lucir galas; el río es mi refugio, la humedad mantiene joven cada pliegue de ¿mi piel? Piel de fango, pobre como yo, empapada, tiritando así estoy.

-¡Qué raro!

Nunca había sentido esto; mejor dicho, nunca había percibido nada.

-¡Eso, nada!, me define, una figura más que adorna este portal de Belén, como Pablo, el pastorcillo; Juan, el leñador. ¡Ah!, los Reyes Magos que en camello van. Y allá en el portal María y José junto al niño más hermoso jamás visto: Jesús, el enviado de Dios.

Nunca había observado la belleza de mis compañeros de barro, conmueven, y más María, blanca como la nieve. ¡Nieve! No lo parece esto blanco que cubre nuestro valle. Deja que toco a ver si está fría   -ufff no lo está ni se deshace, parece más dura; no sé qué es, pero la representa. Y el río, no tiene agua, ¡qué curioso! Algo de color plata lo atraviesa. A ver, acerco los brazos. Qué raro me resulta poder mover las manos y estirar los brazos; cruje, y un cri cri hace esta cosa que río quiere ser.

Intentaré ponerme de pie, igual hasta camino y todo. Sería la primera vez que me ponga derecha. ¿Lo intento? ¿Y si me caigo? Tendré que volver a levantarme. Ya que tengo la oportunidad de ser una figura de barro, tan afortunada, debo intentarlo. ¡Vaya!, estoy de pie. Daré un paso y quizás otro más. Camino, me gusta esta sensación de moverme. Me acercaré al pesebre, deseo ver al recién nacido. Lo he conseguido. Aquí estoy delante de Jesús, ¡es tan bello…! Parece que me dice algo. Un murmullo escucho y me acerco a él. ¿Es posible que me pueda hablar? Nunca antes ninguna otra figura habló, pero este niño me está hablando, así que atenderé a sus palabras.

-Marta, la lavandera, has descubierto las sensaciones y las emociones de los humanos, y , ¿sabes por qué?

-Sí es extraño, pero siento calor, el ruido de los humanos, incluso puedo mover las piernas y los brazos. Pero, dime, Jesús, ¿por qué puedo moverme y sentir?

-Dios te ha concedido el don de la humanidad para que cumplas una misión muy especial.

-¿Una misión? ¿Por qué yo?

-Somos figuras de barro que tan sólo adornamos el pesebre en días de Navidad, para alegrar y adornar el mundo de los humanos. Ellos nos contemplan, sin más interés, sin saber qué simbolizamos. Dios ha dispuesto que tú, la elegida, por tu buena disposición y tu curiosidad, tienes el deber de escoger a un humano para enseñarle qué es la Navidad.

-Esa es una gran responsabilidad. No sé si sabré hacerlo, tan solo lavo ropa tiesa como el almidón en un río petrificado por esa cosa plata que lo cruza.

-Dios está seguro que harás bien tu trabajo: inundar de magia el alma de quien no cree en la Navidad. Camina, observa y elige el humano que necesita de tus servicios.

-Si Dios lo dispone, así será.

Tendré que mirar bien para no fallar a Dios, aquí hay muchas personas que se paran a curiosear y tocar las figuras del belén. La verdad es que asustan con sus ruidos, el tintineo agudo de eso que se pegan a la oreja, o esa ¿música? , estridente que se escucha aturdiendo el pensar. Aquí se acerca un grupo de jovencitas, no dejan de reírse de Oriol, el caganer, ¡qué poco respeto! ¡Como si ellas no tuviesen la necesidad de aliviar el vientre! Creo que no son las indicadas, aún tienen la inocencia perdida. Presto atención a las conversaciones de algunos, parece ser que el Nacimiento sirve de adorno a un centro comercial ¿qué debe ser eso? Veo pasar a mujeres y hombres cargados de paquetes, apresurados, algunos tan despistados que tropiezan con otras personas y ni siquiera se disculpan. ¿Dónde ha quedado la educación? En fin, pero qué alegría me da ver a una abuela con su nieto, cogidos de la mano. Los oigo hablar.

-Mira qué pesebre tan bonito, Marcos. ¡Si Jesús parece de verdad!

-Yaya, me gusta más el árbol de Navidad de la puerta de entrada

-¿Qué dices, Marcos? El Portal de Belén representa el nacimiento de Jesús, el Salvador del hombre.

-Si tú lo dices, yaya... Pero en el cole dicen que el hombre se salva por sí mismo.

Creo que dejaré de escuchar esta conversación, la abuela sabrá explicarle a su nieto Marcos qué es la Navidad.

Esta joven que tengo delante de mí está demacrada, los ojos hundidos y esa tristeza que proyecta me aturde. Me pregunto qué debe sucederle. Me acercaré, igual se percata de mi presencia.

-Shshsh

Escucho un siseo, pero no veo quién es. Parece que ha sido esta figura de barro. Pero no puede ser, ¿cómo puede sisear una figurilla?

-¡Ey, tú! Sí, soy yo la que te ha hablado. Puedo hacerlo porque soy mágica.

-¡Ufff! Creo que sufro esquizofrenia, ahora escucho y veo como una figura habla y se mueve. Si se lo digo a mi psiquiatra me encierra de por vida.

-Realmente me ves y me oyes, puedo hacerlo. Pero, dime: esa tristeza que se cuelga de ti, ¿a que se debe?

-Una larga historia, pero vine al Centro Comercial para esconderme y huir. Estos días tan solo consiguen arrastrarme al abismo. No creo en las personas. La Navidad se murió para mí hace ya mucho tiempo.

-¡Cuánto dolor tiene tu alma! Pero dime, ¿qué te pasa? Te escucho.

-No hay mucho que contar. Dejé de cuidarme y de comer porque no sirvo para nada, soy un fracaso de persona. Todo lo que empiezo soy incapaz de acabarlo, y mi madre se enfada constantemente conmigo. Reñimos, no entiende que debo de estar delgada para gustar al resto de gente. No como porque deseo morir, pero nadie me entiende. Mis compañeros de estudios me insultan, mi novio se ríe de mí porque tengo barriga y en verano no puedo lucirme en biquini. Mi jefe de los fines de semana me persigue para meterme mano. Mi vida no tiene sentido. No sé hacia dónde debo dirigir mis pasos.

Siento pena por esta joven. Necesita amor, comprensión y enseñarle que existe la magia que nace de nosotros mismos. La observo y no sé qué debo hacer. Creo que daré un salto y me colaré en su alma. ¿Seré capaz? Debo intentarlo para iluminar sus pasos.

1,2,3… Salto y me cuelo.

-Jolín, la figurilla ha saltado y ha desaparecido. Siento un escalofrío que me recorre la piel. ¡Qué raro! Será mejor que empiece a marcharme, dentro de una hora me esperan para cenar en casa. Estarán todos: mis hermanos, mi novio…¡qué pereza! Nochebuena, cena, cagar el Tió, poner buena cara a todo y todos. Y ¿para qué?

-Esta chica realmente necesita ayuda, está famélica, sin energía ni sonrisas. Hurgaré en su espíritu. Debe tener fe y creer en ella, en quienes la quieren. Llamaré a su alma.

-Toc, toc ¿se puede?

Tengo una sensación rara, una desazón en el estómago. Más vale que vaya para casa, si no mi madre se enfadará, y creo que esta noche no es la ideal para discutir. Aunque me da igual, la verdad. He notado un golpecito en mi cabeza, un pinchazo. Aún no sé dónde se metió la figurilla de barro. Es igual. Llueve y hace frío, pero más fría está mi cabeza. Menuda noche me espera: poner buena cara, escuchar los chistes de mi hermano, comer, comer…Me hielo y a la vez siento arder mi cabeza. Suerte que ya llego a casa. Por fin, mi madre parece que tenga prisa. La mesa ya está preparada. Hasta incluso este año ha puesto un centro con una vela y muérdago; seguro que prepara algunos de sus ritos. ¡Como si se cumpliesen sus deseos! ¿Será inocente?

-Perdona, la inocencia forma parte de la magia, sin ella no podemos creer en la bondad de las personas.

Mi cabeza me está hablando, no me lo puedo creer. Al final pensaré que estoy loca de manual de psiquiatría. Dejaré de escuchar esa vocecita que me golpea los sesos.

-¿Por qué te niegas a la evidencia? Tu madre necesita creer en los milagros. ¿Tan malo es?

Jo, esa voz no para. Mira que decirme que los milagros existen... Pues yo no he visto ninguno. Pero si madre quiere creer en ellos, adelante. Ha puesto el mantel de Navidad, plagado de motivos navideños, velas, papá noeles, campanillas, cascabeles, lazos…Noche de gala, pero para mí una noche más, sin sentido. Mi padre corta el jamón, siempre le ha gustado hacerlo, a lonchas finas, pequeñas; se esmera en hacerlo, disfruta. Pero ¡qué asco! Comer el pobre cerdo. Yo no comeré.

Van llegando mi hermana, su marido y mis sobrinos; mi hermano y su chica, hasta mi novio está aquí. Mis sobrinos les habla al Tió, ese tronco absurdo que por arte de magia caga regalos, previo manjar de mantecados y polvorones. Saludos, buenos deseos y mi mala cara.

La cena transcurre como esperaba: chistes, mucha comida, cabrito, marisco, jamón, tiramisú. Por supuesto turrones y bombones. Pero yo, apenas he cenado, contemplo la cara de cada uno de los miembros de mi familia, y sólo veo miedo, miedo a no poder repetir una cena como la de esta noche. Y esta vocecita que no para de hablar, para que mire la generosidad de mi hermana cuando se ofrece a acompañarme al médico para que no me sienta sola en el viaje de mi curación. Debo admitir que es de agradecer, nunca antes me había regalado su tiempo. La comprensión de mi padre que me defiende a capa y espada. El sufrimiento y la impotencia de mi madre ante mi dejadez, ante mi abandono. Los besos de mi hermano me dan valor, y los te quiero de mi novio deberían servir para que me quiera.

-Toc toc. Escucha, soy Marta, la lavandera, la figura de barro. A ti que estás llena de dolor, de culpa, mira a tu alrededor, observa y contempla a tu familia reunida ante la mesa engalanada para la ocasión. Esta noche es única: nace un niño para paliar el dolor, ofrecer amor entre los hombres, dar fuerza, coraje y valentía. Noche de paz porque las guerras y la soledad no son la solución a los males de la Tierra ni al tuyo propio. Mira, mira, mira cómo tus sobrinos esperan ver cagar regalos del tronco con ingenuidad, con alegría y sobre todo sin miedo a las sorpresas. La vida te traerá cosas buenas y también malas, pero rendirse no es la solución. Si no juegas no puedes ganar. La perfección no existe, y ser imperfecto hace a los humanos ser únicos y especiales. Tú, chica de ojos tristes, tienes una familia que te ama, que te tiende su mano. Aparta los temores, camina acompañada, comparte miedos y también tus logros. Si te detienes dejas de existir, y para ciertas personas, tú eres importante.

Tengo ganas de llorar, no de tristeza. He de admitir que tengo una familia maravillosa. Mi madre no se merece sufrir, y mi padre necesita un beso mío. Creo que será mi regalo de Navidad. Y mis hermanos necesitan mi sonrisa, como cuando jugábamos en el Día de Reyes. Y mi novio solo espera de mí mi felicidad. Debo admitir, que esta Nochebuena nazco de nuevo, con otros ojos más sabios y con un pensamiento para sorber la vida en cada instante.

-¡Vaya, por fin! Reacciona, creo que no he hecho mal mi trabajo con esta joven que se perdió en un mundo de vanidad y soledad, en el reflejo de un espejo que engaña su imagen. Creo que es hora de volver al pesebre y ser una figura de barro.

La Navidad existe, su magia nace y crece en mí. Dejaré de ser la chica de los ojos tristes. Mi mejor regalo, mi familia.

5 comentarios:

  1. No dejes de escribir, porque los sueños que hoy concibes como palabras, se volverán realidad. Te quiero mucho, no lo olvides

    Roberto Soria - iñaki

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  2. Realmente inquietante tu relato Dolors, fíjate que en mi cabeza ya somos dos, ¿qué sería de mí si al pasar por ese mágico belén de tu cuento se me colara dentro la lavandera Marta? Aunque Marta, "la lavandera", tiene razón, en "algo" tenemos que creer, sobre todo para no acabar locos.

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  3. Felicidades por este magnífico relato. Una vez más me ha encantado leerte y te animo, siempre lo hice, a que sigas escribiendo porque tienes un don que te hace única y consigues llegar al lector con mucha facilidad. Por favor, no dejes de deleitarnos con tus dulces palabras. Un besazo

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  4. Gracias a todos por leer y comentar los relatos del Cibertaller :)

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