viernes, 6 de octubre de 2017

Mini relatos honoríficos-1 (En el último suspiro/ Laura Martín)



Hola a todas y a todos (sobre todo a todas).
Hoy es un día muy especial, por lo tanto, me llena de orgu... (eso ya se atraganta. El mundo evoluciona). Es un día muy especial porque comienzan los Mini relatos honoríficos. Si no habéis leído las entradas anteriores donde explico de qué tratan, lo haré muy brevemente (poco, lo prometo).
He elegido a cincuenta autoras y autores para que cada viernes nos hagan disfrutar con sus escritos. En la imagen dice: "amigos de José Losada", pero no es así. Hay personas en mi lista que ni siquiera han hablado nunca conmigo, pero escriben bien, y todo el que sabe crear historias (los errores ortográficos tienen solución, con el talento se nace, y eso es lo que veréis aquí) tiene un hueco en la casa de mis chicas y chicos del Cibertaller (he tenido que abrir la cartera para que me dejen estar aquí. A Santiago Bernal sí le dejan, pero a mí no. Cría cuervos y te sacarán los ojos...), y en mi media casa.
Quería inaugurar este espacio por todo lo alto, y para ello, nada mejor que empezar con alguien que siempre estará Entre los nuestros (gracias. Sé que lo habéis pillado. Os ha costado, ¿eh?). No está porque llegó la hora de que volara por libre. Ya sabía demasiado antes de entrar en el taller, y ahora sabe todavía más. Por supuesto estoy hablando de Laura Martín, y si aún no sabéis quién es, no tenéis ni idea de lo que os estáis perdiendo. Tengo la ventaja de conocerla como escritora y como amiga, y ya me he leído su obra dos veces; y también tengo la ventaja de haberme leído todo lo que ha escrito aunque aún esté sin publicar (algún día la gente querrá que se lo enseñe, y como costará mucho, recuperaré el dinero que he tenido que pagar por estar en mi propi... en la casa de mis chicas y chicos).
Leí este relato nada más empezar la semana, y desde entonces mido más. Tengo el cabello de punta, y se lo agradezco a Laura porque le da un bonito toque a mi look limpio y formal.
Merece mucho la pena.
Hay gente con la que aún no me he puesto en contacto. Los Mini relatos honoríficos estarán todo el año 2018, así que ya os iré llamando.
Si queréis leer un amor apocalíptico sin fronteras, Laura os lo ofrece aquí.
https://www.amazon.es/Entre-los-nuestros-apocal%C3%ADptico-fronteras-ebook/dp/B019VB11I8
De momento os dejo con su relato.
¡¡Hasta la semana que viene!!
PD: Mini relatos honoríficos será los viernes, pero el resto de la semana podréis leer los relatos de los alumnos.





EN SU ÚLTIMO SUSPIRO



 


Para Denís:





Siento mucho todo lo que ha pasado, cariño. Te prometo que no he encontrado otra solución.


Hace tiempo que te cuento mis temores, pero solo he recibido desdén de tu parte: nunca creíste que lo que contaba era cierto. Ahora es demasiado tarde para lamentos. Por favor, no te culpes por no haberme escuchado, no hubiera cambiado las cosas.


Sí, lo sé: lo que he hecho es terrible, digno de una mala madre.


No dudes que mis actos han sido por amor; no pienses que he escogido el camino fácil, que no he intentado buscar alternativas pero, si ni siquiera mi marido me cree, ¿qué pensarían los demás cuando intentara llevarlas a término? Loca, eso me dirían.


Esta tarde, cuando he visto a Laia durmiendo en su cuna, he pensado que era el momento perfecto. No puedo permitir que mi adorable niña viva alrededor de todo este terror; no quiero que viva como yo, con temor.


Así que, aprovechando tu ausencia, lo he hecho. No ha sido fácil; para acabar con una vida hay que tener valor. Mirar a los ojos mientras exhala su último aliento a quien ha salido de tus entrañas, has amamantado y criado con amor, no es baladí.


Sé lo que piensas, te conozco. Puede que ni aún ahora creas en mis palabras, pero no me importa, he hecho lo correcto. Una madre tiene que proteger a sus hijos, sea de la manera que sea. Y la única forma era esta, borrar esa semilla podrida de la faz de la tierra.


Y los he querido a los dos, lo sabes; más que a mi propia vida (incluso a Hugo). Todavía recuerdo sus mofletes regordetes cuando tenía dos años y sonreía (las pocas veces que lo hacía). Tiempo hace que sus ojos están oscuros, tristes, y destilan odio (aunque tú nunca lo supiste ver).


Yo era la que le llevaba y traía del colegio, la que tenía que escuchar las fechorías que hacía de boca de sus profesores; la que le imponía los castigos. Pero a él eso le daba igual, los cumplía sin importarle nada: estaba vacío de sentimientos.


¿Recuerdas aquella vez que le vi destripar al gato del vecino? Juegos de niños me dijiste. Yo ya intuía otra cosa. Creo que no ha reído más desde aquella vez que le vi hurgar en las entrañas de aquel indefenso animal.


Hace meses que, cuando me abraza, no me llega su cariño, sino una amenaza latente, una advertencia oculta en un gesto de amor forzado.


Y sí, puede que tengas razón: tal vez sí que soy una loca, una mala madre.


Me carcome el hecho de no saber si un gen defectuoso es el responsable de todo esto, o si he sido yo -en mi negligencia- quien no ha sabido enseñarle la diferencia entre el bien y el mal; en ese caso no tengo expiación posible.


Culpas aparte, ¿quién puede entender la maldad? Solo aquel que convive con ella noche y día, que la observa en todas sus vertientes, en su disimulado camuflaje.


Y yo siempre supe que Hugo no era un niño normal. Al principio me consideraba afortunada: era un bebé apacible, observador, inteligente; y no lloraba nunca. Eso ya era un claro indicativo de que algo no funcionaba. Pero juro que nunca imaginé que sus rarezas desembocarían en esa retorcida personalidad. "Ha sido usted bendecida con un niño inusualmente tranquilo, no se preocupe", me decían los médicos.


Te prometo que me costó verlo, no sabes cuánto. Para una madre es muy duro aceptar que su niño no es bueno, que solo hay maldad en su interior.


Y si no fuera por Laia, nunca hubiese tomado esta decisión. ¿Recuerdas que yo no quería tener más hijos? Ese fue mi error y no otro: claudicar y concederte a tu ansiada princesita.


No hay decisión más difícil en la vida que escoger entre uno de tus hijos. Porque te prometo que los amo a los dos, solo que una me colma de alegrías y el otro de espanto.


El punto de inflexión -aquello que me ha hecho tomar las riendas de la vida de mis hijos- sucedió hace dos semanas. No te lo conté, para qué.


Era una de esas tardes de otoño en las que la temperatura baja drásticamente de un calor agobiante a un frío gélido. Subía las escaleras para cerrar las ventanas: la niña dormía en su cuna y temía que estuviera en medio de una corriente de aire (ya sabes lo protectora que soy, aunque ahora pienses lo contrario).


Al llegar arriba, hallé la puerta de su habitación abierta. Me acerqué, despacio, con fuertes palpitaciones que marcaban el ritmo de mis pasos, sabiendo sin saber lo que me iba a encontrar. Lo que vi me dejó en estado de conmoción: Hugo acariciaba a su hermana con una mano mientras dormía; en la otra sostenía un cúter (que supongo robó de tu despacho). Le estaba susurrando una nana cuya letra desconocía y apenas pude escuchar. Era una letanía que hablaba de sangre, no lo puedo precisar. No pude evitar las lágrimas, porque todo eso confirmaba mis sospechas.


Por el momento, la mano homicida permanecía fuera de la cuna así que decidí esperar un poco más porque -lo creas o no- todavía tenía la esperanza de que Hugo se despidiera de su hermana con un "te quiero", y que el cúter se materializara en una rosa.


¿Alguna vez has soñado que caes en un precipicio que no tiene fin? Así me sentí yo, en una espiral de horror. Pero el peor momento todavía estaba por llegar, aquel que secó mis ojos y heló mi corazón.


Hugo giró su cara hacia mí, con una sonrisa perversa, dejando de acariciar a su hermana para posar la mano sobre su nariz y boca. "Hola, mamá. ¿Quieres que Laia duerma eternamente?". La voz no salía de mi garganta: solo fui capaz de negar con la cabeza sin apartar mis ojos de la terrorífica escena.


Me aproximé despacio, pues cada paso que daba ocasionaba que apretara más la mano contra su rostro. Vi como Laia abría los ojos, asustada al verse de repente sin aliento. "Por favor" le supliqué. Entonces se apartó, pasó a mi lado y dijo: "Solo estaba cuidando a mi hermanita".


Me figuro que entenderás ahora porqué lo he hecho. Si no lo haces, si no logras encontrar la razón de mi desesperada decisión, recuerda una cosa: siempre os querré.


Si todo ha salido bien y no me despierto de mi baño de sangre, estaré cuidando de nuestro hijo en el cielo (o puede que en el infierno, no lo sé). Prométeme que cuidarás de Laia, que mi sacrificio no habrá sido en vano y que tendrá una vida feliz.


Háblale de lo mucho que la quería su madre; pero no le cuentes los motivos de nuestra violenta muerte. Dile que perdí la razón, que era una desequilibrada, dile aquello que seguramente piensas. Pero no le digas que su hermano era malo, prefiero que piense que tiene dos ángeles en el cielo que cuidan de ella.


Supongo pensarás si no pude encontrar otra forma menos drástica para darle fin (te preguntarás cómo pude tener agallas para hacer tal cosa). Tal vez juzgues más sencillo envenenar sus platos, menos brusco. Pero, piénsalo, más sencillo ¿para quién? ¿Sabes lo que se sufre al morir envenenado? Un corte en el cuello es más rápido. Unos segundos de incertidumbre, puede que de dolor, y se acabó.


Estos días he buscado muchas formas de matar (hasta he pensado que vendría la policía alertada por Google a causa del uso indebido de una usuaria). Es cierto que contaba con el factor sorpresa, pero Hugo es un niño con fuerza y temía que otros modos resultasen infructuosos. Así que, una vez tomada la decisión, ideé el marco perfecto. ¿Te acuerdas de ese programa para adultos que habla de asesinatos sin resolver? Hugo solía verlo a escondidas porque lo tenía prohibido. Puse el canal en la televisión del salón, bien alto, y me marché.


Como polilla atraída por la luz, Hugo apareció y se quedó en el sofá ensimismado ante las imágenes y palabras del presentador.


Tuve un momento de duda, no te lo voy a negar. Con sus 9 años su carita todavía es la de un niño inocente. Apunto estuve de guardar el cuchillo e irme de allí corriendo. Pero, desde mi escondite, observé su expresión ante la visión de un cuerpo mutilado. Si hubieras visto su rostro de felicidad… Me armé de valor, no lo pensé.


Él no me esperaba. Imagino que lo último que piensa un niño es que con su madre corre algún peligro. Sus ojos de sorpresa me partieron el alma, te lo juro. No te daré más detalles.


Como despedida te diré que no me arrepiento, la vida de Hugo estaba abocada a la perversión; Y como consuelo te confieso que, en su último suspiro, me sonrió.



14 comentarios:

  1. Caramba, José! A mí sí que me llena de orgullo y satisfacción inaugurar esta nueva sección y leer tus palabras. Muchas gracias por todo, porque me has ayudado a evolucionar como escritora y a enseñarme a creer en mí misma. Un abrazo y un saludo a todos los ex compis del taller (y otro para ti, profe).

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    1. Nada más volver ya hay ochenta y seis visitas a tu relato, cuatro comentarios y no sé cuántos RTs... ¿Todavía te sorprenden mis palabras? Qué ojo tengo, Dios mío. Más o menos me queda uno pero ve como siete juntos. Nada que agradecer. Como asesiné a Santiago Bernal, desde ahora mi seudónimo será Laura Martín (tengo que recuperar la pasta, lo siento). Fuera bromas: enhorabuena y mucho éxito. Otro abrazo para ti, y ya sabes que esta siempre será tu casa :)

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  2. ¡¡¡BUFFF!!!! Tremendo. Perfecto en el ritmo; intenso en el desarrollo, sorprendente a pesar de ser claro, nítido y conciso. ¡Maraviloso! Lo cual, sientdo tuyo, tampoco es novedad. ¿Qué podía esperar?
    Un fuerte abrazo y mi enhorabuena. Yo, de mayor, quiero escribir así.

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  3. Hola, Laura. Encantada de leer tu relato. Me ha parecido terrorífico y a la vez intrigante. Me daban escalofríos cuando lo leía. Gracias. Un saludo.

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  4. Madre mía!!! Sabes una cosa, Jose? Yo creo que Laura está mucho peor que tú!!! ajajajajaja...
    Bueno, ya sabéis que el género de terror no es mi fuerte, pero me encantó cómo está escrito. Gracias a los dos.

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    1. Todavía no está Al borde de la locura, y no creo que lo esté. Hemos hecho un pacto: ella escribirá terror y yo amores apocalípticos (o algo así). Gracias, Mary. Y por lo de Amor en la oscuridad, sí, Santiago Bernal publicará algo amoroso (según me ha dicho) pero más adelante. Ahora está muy ocupado pasando lista de espíritus...

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  5. Vaya historia. Tremenda la fuerza que desprende y, para los que somos padres, aún más. Enhorabuena.

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  6. Como siempre Brutal, querida amiga. Gracias por dejarnos seguir disfrutando de estas maravillas. Mi más cordial enhorabuena.Gracias por dejarnos leer estas joyas.

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  7. Laura, enhorabuena por este relato, es tremendo, terrorífico, le das tanta fuerza que caramba, se te queda la piel de gallina.Gran escritora de novela negra. Comparto

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  8. Perdonad que llegue tarde, estos días de locos y no vi el relato. Increíble, Laura pero puedo entender a esa madre. Te has puesto en su lugar y consigues atrapar al lector. No dejes de escribir, siempre te lo digo, eres un diamante en bruto.

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  9. Es genial el relato. Aterrador y horrible, pero magnífico. Enhorabuena Laura

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  10. Hola Laura, soy fan tuya, es increíble el relato!!! Eres una crack. Un besito, preciosa

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  11. Me ha encantado el relato. ¡Felicidades Laura! Escribes increíblemente bien 😄

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  12. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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