martes, 23 de mayo de 2017

¿Crisis? (Luis. Grupo B)


Vaya rachita que llevamos. Otro jueves  más negro que el carbón en la bolsa de Madrid. Y ya van tres semanas así. Y es que no es para menos. No hay más que cierres de negocios. Nos tienen a todos rezando para que la cosa mejore, pero al final ni carne ni pescado, ni una cosa ni la otra.

Enciendo la tele y me produce asco. Al  parecer  se han tomado la información por su mano, lo han dado unas mil vueltas y parece que en vez de ser un parque sea un escenario de la película Apocalipsis Now.

-La crisis no ha afectado al ego de nuestros políticos- me dice Pedro, un libre pensador un tanto bocas-. Yo les mandaba a todos al talego hasta que se pudrieran.

-Ya, pero tú no puedes hacer más que yo- le digo, harto de sus fanfarronadas.

-¿Y qué me dices de las escuelas? Esa crisis es muy pero que muy grave. Con siete pueden pasar de curso ¡están  creando una generación de burros!

No me queda otra que darle la razón en esto último. Por haber hay crisis hasta en las baldosas. Me explico: antes se decía eso de que levantas una baldosa y te salía dinero. Ahora no te sale ni polvo.

-¿A qué esperan para hacer algo?- pregunto inquieto- ¿Y qué es eso de que estamos en la Champions League de la economía?

Si es que me dan ganas de nada viendo lo que hay. Ya lo decía mi padre: “ya verás cuando vengan las vacas flacas”. Yo y mi costumbre de no oír a la voz de la experiencia.

-Papá, tenías razón. Mi optimismo me cegó por completo.

-¿Qué? Está jodida la cosa ¿no? Eso os pasa por defender a cierto alfeñique…

-Sí, papá. Lo peor de todo este tinglado es que lo estoy pagando con mi Elena, con lo paciente que ha sido todos estos años de matrimonio conmigo y mi trabajo… Y ahora, todo a la mierda

Mi padre me mira entristecido. Casi ni duermo, y cuando duermo temo soñar. Cada sueño que tengo parece un drama.

Salgo a la calle, no aguanto el agobio que siento entre esas cuatro paredes. No hay más que pobreza. El que tiene un euro parece que tiene un dineral.

-Cariño, ¿dónde has estado? Me tenías preocupada.

-He pasado la noche paseando. Necesitaba despejar mi mente. Esto me puede, cielo.

-Tranquilo, Javi. Todo esto tiene que acabar.

Ojalá tenga razón. Esta gente nos ha arruinado a todos.

- ¡Javi, corre!

-¿Qué ocurre, Pedro? Tranquilo, respira y cuéntame qué pasa.

-La crisis, era todo un cuento… Nos han estado engañando como a chinos. Todo para prevaricar, para robarnos. ¿Qué te dije? ¡Malditos políticos…!

¡Todo mentira! No tardo en contarlo en casa. Las notis se hacen eco de lo ocurrido. Se quitan el yugo de los opresores, y hablan de ladrones.

Ya todo ha cambiado. Y más que va a cambiar. Voy a aprovechar que no solo soy corredor de bolsa, ya que tengo la carrera de derecho y como abogado que soy me voy a presentar como acusación particular.

-Buenos días, señor expresidente

-¿Cómo que “expresidente”? ¿Cómo se atreve…?

-Le recuerdo un par de cosas: primera, que ya no es presidente del gobierno, perdió las elecciones; y segundo, los ataques de ira están dentro de un juicio, penados por la ley. Ahora, si me permite, le realizo la pregunta: ¿cómo hizo para meter a este país en una crisis tan grave?

-¿Crisis? ¿Quién ha hablado de crisis? Perdóneme que le diga pero yo dejé a España en la Champions League de la economía.

-¿Comparado con quién o con qué?

-¡Con el resto de la Unión Europea!

-Ya claro, y Clark Kent ya no es Superman… No sea absurdo, por favor, le recuerdo que está en un juicio y que está bajo juramento.

-Está bien, de acuerdo. Veo que no tengo elección: ¿saben ustedes lo que es ser presidente del gobierno de la nación? No ¿verdad? Eso crea una adicción que es difícil de describir. Una adicción llamada PODER. Sí, poder. Me creía más que nadie. Miraba a todos por encima del hombro. Luego me di cuenta que era un mindundi, una marioneta si lo desean. Todo era o dar o verme sin apoyos. Soy un rastrero. Sé que merezco lo peor pero ¿es delito hacer lo que yo hice?

-Hombre, usted dirá. Si no, evidentemente no estaría aquí. Por si no lo sabía, que seguro que sí, usted se encuentra aquí por prevaricación, cohecho y tráfico de influencias. Y ni que decir tiene que tiene todas las papeletas para entrar en prisión.

Como era de esperar después de recordarle lo que le podría pasar, no pudo por menos que admitir todas sus malas acciones y, tras leer el acta de acusación firmó dejando caer una frase un tanto lapidaria: “firmo y no me jodas, esta ya no es mi canción”

Por supuesto, gané el juicio, devolvió todo lo desfalcado y se quedó en la mismísima inmundicia.

Lo que empezó siendo otro jueves negro terminó siendo un funeral sin flores a un presidente bastante pésimo. Por fin se hizo justicia.

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