sábado, 19 de noviembre de 2016

"Inicio del curso" Mary Ann Geeby

             

Eran las siete de la mañana cuando sonó el despertador. Charlotte tenía demasiado sueño, pero no deseaba llegar tarde el primer día de universidad, de modo que se desperezó y se levantó despacio. Fue al servicio para constatar una vez más que no tenía sentido. No tenía necesidades fisiológicas, no necesitaba asearse, ni peinarse, ni lavarse la cara o la boca. Y, para colmo, tampoco se veía en el espejo.

Le estaba costando mucho adaptarse a esta nueva vida. Odiaba cuando oía: “Los fantasmas no existen”. Siempre le daban ganas de asustar a quien lo hubiera dicho. O al menos, jugarle una mala pasada. Pero ella era buena; no podía hacer estas cosas. Siempre se comportaría con bondad ante los demás, estuvieran vivos o muertos.

Al principio le había dado miedo: sí, un fantasma con miedo. Miedo a esa vida, a ser un fantasma. ¿Cómo podría adaptarse a esta nueva situación? Lo bueno es que había llegado aquí sin una sola herida. Si hubiera tenido que sangrar, Charlotte creía que habría muerto varias veces a la vez. Y con todos sus temores, aterrizó en un lugar extraño, pero enseguida vio a los demás, y eso le hizo comenzar a tener confianza.

Sin embargo, lo más impresionante de todo es que ¡LA VEÍAN! Siempre refiriéndonos a los demás fantasmas, claro, ya que sólo los espectros podían detectarse entre ellos. Pero es que no había habido ser humano más transparente que Charlotte en el mundo de los vivos. Podían pasar horas sin que nadie notara siquiera que ella estaba allí. No era interesante, no tenía una conversación amena, ni gustaba a nadie. Por el contrario, en el mundo de los muertos, aquel hombre se había fijado en ella el primer día.

Se acercó a ella y le dijo:

—Hola, soy Jose Luis. ¿Cómo te llamas?

—Charlotte —respondió ella temerosa, como siempre.

—¿Acabas de llegar? ¿Qué te ha ocurrido? —preguntó él con una sonrisa.

—Me atraganté con un osito de gominola.

Jose se rio al escuchar ese comentario. Charlotte bajó la cabeza de nuevo. Ni para morir había sido original: ahogarse con un osito de gominola era la mayor estupidez que se le podía ocurrir, pero es que había sido cierto.

—¡No me lo puedo creer! Es la muerte más original que he oído desde que estoy aquí. ¿Sabes dónde ir? ¿Te ayudo?

Charlotte volvió a alucinar al ver que su historia interesaba a alguien. Enseguida respondió:

—No tengo ni idea de dónde ir, ni qué hacer, la verdad.

—Tranquila, yo te ayudo. Mira, ve a aquel edificio y pregunta por la Señorita Van Darven. Ella es la directora del colegio mayor. Te ayudará a buscar alojamiento mientras estás aquí. Imagino que tendrás que ir a clases; seguirás estudiando, ¿no?

—Si no puedo librarme… —respondió ella sin mucha ilusión.

—Soy profesor de lengua en la Facultad de los Muertos. Seguro que seré tu profe. Nos veremos pronto, Charlotte.

En cuanto entró en el rectorado, la envolvió el buen rollo de dicho lugar. Era curioso, de repente le apetecía enrolarse en esta vida tan extraña.

—Hola, chica nueva. ¿Quién eres?

—Hola, chica guapa. Pasa de mi hermano.

A izquierda y derecha de Charlotte habían aparecido dos increíbles jóvenes, guapísimos, con unas preciosas sonrisas perfectas, sendos pares de ojos azules y verdes como para perderse en ellos, y cabello rubio y castaño claro, respectivamente. Nuestra protagonista creyó estar en un partido de tenis, pues no dejaba de mirar a un lado y al otro para comprobar que, aunque eran sorprendentemente parecidos, se trataba de dos jóvenes diferentes.

—Yo… Eh… La verdad es que… Bueno, me llamo Charlotte y he muerto hace unas horas.

—Hola, Charlotte. Soy Luca. Soy vampiro y morí hace quince años. Estamos aquí para hacer la matrícula, porque el curso comienza mañana. No te asustes porque seamos vampiros. Sólo mordemos a los vivos. ¡Jajajajajaja! ¿Podemos ayudarte? —le explicó el gemelo rubio.

Ciao, bella. Io sonno Piero. Puedes venire conmigo y te ayudaré en tutto lo que necesites. De todos modos, te garantizo que me encantaría morderte la yugular, preciosa —Esta vez habló el otro hermano.

—Hay un problema en todo esto… Yo… Eh… Tengo fobia a la sangre. De modo que mejor, lo dejamos aquí, ¿vale? Ha sido un placer conoceros, chicos —respondió Charlotte, literalmente temblando de pavor.

—No, no, no, no, no y mil veces no. Aquí no se deja nada —replicó Piero, sujetando a la joven fantasma de un brazo. Era curioso que aquel agarre sí surtiera efecto.

—Mira, preciosidad. Como te hemos dicho, no mordemos a los muertos. Y, cuando vayamos a alimentarnos, tendremos cuidadito de que no andes por ahí cerca. ¿De acuerdo? —aclaró Luca.

—De acuerdo. Podremos intentarlo —les respondió ella.

A Charlotte le habían caído genial los hermanos vampiros, de modo que se dejó asesorar y ayudar por ellos. Al cabo de un rato, ya había terminado todos los trámites.

—¿Y qué se supone que se hace ahora, chicos? —preguntó ilusionada.

—Bueno —respondió Piero—, tú no comes y nosotros no chupamos la sangre de muertos, de modo que, si quieres, podemos ir a dar una vuelta por el campus, escuchar música, ver alguna película y pasear… Eso sí: tú y yo solos. Busquemos el modo de dar esquinazo a mi hermano, ¿quieres?

Charlotte estalló en carcajadas. Piero era un conquistador y la tenía obnubilada. Además, era tan perfecto… Pero lo que más le llamaba la atención de él era que la consideraba linda. Ella que había pasado absolutamente desapercibida entre los vivos, que nadie había reparado en que estaba muerta hasta unos minutos más tarde, ella que no era casi nadie en vida… ahora resultaba atractiva a un par de bombonazos que no le quitaban ojo.

Pasaron la tarde más hermosa de su vida, aunque técnicamente ésa ya no era su vida, sino su muerte. Charlotte comenzó a pensar que estar muerta era lo mejor que le había sucedido. Por la noche, los hermanos la acompañaron a su residencia y ambos la despidieron con un beso en la mejilla. Si bien, el beso de Piero se acercó sospechosamente a la comisura de sus labios.

Y al fin hoy comenzaban las clases. Tenía que estar a las ocho en punto en el edificio interfacultativo. Pero al bajar a la calle, sus maravillosos acompañantes estaban esperándola. El camino hasta la facultad fue agradable. Ellos siguieron poniéndola al tanto de todo lo que había ocurrido en aquellos días. Al llegar al “inter” Luca se acercó a dos chicas que estaban esperando en las escaleras de entrada. Las saludó con dos besos y se acercó a su hermano y a Charlotte.

—Chicas, os presento a Charlotte. Llegó ayer mismo, de modo que necesita ayuda —Y dirigiéndose a la chica, le dijo—. Ellas son Emma y Silvia. Son brujas. Llevan tres y cinco años entre los muertos.

—Hola, linda —le saludó Emma.

—Encantada, preciosa —secundó Silvia —. Tenemos clase de lengua a primera hora. Verás cuando entremos, al bombón del profesor. Además, te ayuda mucho a la hora de escribir textos. Todas las dudas que tengas, se las puedes preguntar.

—¡Y tanto! —rio Emma a carcajadas, mientras se dirigían a la clase—. Silvia le pregunta hasta cuando no tiene dudas. Lo que sea por hablar con él.

—Lo conocí ayer mismo, al llegar. Me pareció muy majo— aclaró Charlotte, sentándose con sus amigos, en la primera fila.

—Callaros ya, cotorras. La clase va a comenzar —les reprendió Piero, dejando entrever el pellizco de los celos.

—Buenos días, clase —saludó el profesor—. Como la mayoría sabe ya, tendremos eclipse de sol dentro de una hora. Por esa razón, daremos la clase en el cementerio. Recoged vuestras cosas y dirijámonos allá.

10 comentarios:

  1. Muchas gracias, profe. Me encantó escribir este relato. Ojalá los demás lo disfruten. Besos.

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  2. Yo sí lo he disfrutado, Mary Ann, aunque esperaba que, en cualquier momento, surgiera una escena calentita...¡Enhorabuena!

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    1. Gracias, Laura. La verdad es que no cabían, por dos razones:
      - En primer lugar, a pesar de no dar miedo, la condición de estar basadas en Halloween, me hacía difícil derivarlo hacia la erótica... Aunque sí he dejado entrever mi lado romántico. claro...
      - En segundo lugar, quería intentar escribir otro-s género-s. Y creo que no se me dio tan mal...
      Lo dicho: mil gracias por entrar y comentar.
      Besos.

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  3. Què bueno! También esperaba una escena... para ver sudar al profe ajaja

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  4. Me ha gustado mucho tu elegancia, Mary. Felicidades!

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