miércoles, 16 de agosto de 2017

Relatos de verano: El pequeño Ula (Merche)








Ula, era un pequeño ruiseñor que cantaba y cantaba sin pensar en nada más.

Su madre, Pua, al ver su devoción le intentó enseñar a ser un pájaro aplicado y le corregía siempre que pensaba que lo hacía mal, para que su canto le saliera perfecto.

Ante tanta insistencia, Ula pensaba que su tono debía de ser horrible para que su madre siempre le estuviera reprendiendo.

Con vergüenza, el pequeño ruiseñor empezó a cantar a escondidas de todos los seres vivos del lugar, para no molestar con su balada desafinada, pensando que se burlarían de él y le tiraran piedras para espantarlo, como si fuera un cuervo de mal agüero.

Un día, cansado de tata soledad nocturna, decidió salir a la luz del día. Se colocó encima de una de las ramas más altas y empezó la entonación con total determinación.

Al cabo del rato, se sintió triste. La única que lo escuchaba era  su madre. Se acercó a ella y le dijo:

—Me encanta hacer serenatas a los árboles, las flores y al cielo abierto pero, ¿por qué no me escucha ningún animal del bosque? Cuando empieza mi balada, todos los animales salen en bandadas y me dejan en silencio, con mi melodía triste y solitaria.

—Ula no desaparecen, al contrario, aparecen todos. ¿No los ves?

—¡No, no los veo!

—Pequeño ruiseñor, todos acuden en silencio al escuchar tu serenata y se colocan bajo las ramas donde estás erguido, sumidos en una calma impactante. Por eso no te das cuenta de su presencia. ¡Ula, mira!

Y El pequeño ruiseñor desvió la mirada al suelo y vio a todos los animales cercanos, se habían reunido en junta general, para escucharlo y admirarlo.

En un santiamén el bosque se convirtió en un escenario majestuoso entre las nubes saltarinas, dedicándole toda su atención a su canto.

Desde aquel día el pequeño Ula dejó de esconderse y jamás le venció su inseguridad.

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