miércoles, 29 de noviembre de 2017

"El eco de una botella" (Yazmina Herrera)



Nota: Hace unas semanas que Yazmina decidió volar por libre (lágrimas), pero me envió el relato antes de irse. Fue una de mis alumnas favoritas (todas las chicas, pero diciéndoselo a cada una voy quedando bien por separado. Las nuevas que empezarán en febrero también son mis favoritas y aún no las conozco...), por eso su relato tiene que estar aquí sí o sí; además es muy bonito. Si se porta bien quizá aumente la lista de Mini relatos honoríficos (nunca se sabe).
Espero que os guste.




Aquella mañana no sabía qué le ocurría, pero algo le pedía a gritos salir de su casa y andar por la larga avenida de la playa. El cielo estaba nublado y, a pesar de que hacía frío, la brisa marina la reconfortaba.


La tristeza de Kira era notable. Llevaba días encerrada en casa, su vida se había desmoronado en un abrir y cerrar de ojos. Lo único que le quedaba era recoger los pedazos de su roto corazón y tirar para adelante. Al menos, tal y como se decía a ella, no había cometido la estupidez de casarse, ya que se vería con un matrimonio sin amor.


Conoció a Felipe un día en la playa, se le presentaron unos amigos y desde el principio supo que era ideal para ella. Su relación siempre tuvo sus momentos: discutían en exceso, pero luego lo solucionaban. Sin embargo, después de que le entregó un anillo como pedida de mano, su carácter empeoró mucho más. Se volvió más celoso y posesivo, algo que no pensaba tolerar. Ella era una mujer independiente y quería seguir siéndolo a pesar de estar casada.


Después de la vigésima cuarta entrega “eres mía”, ella se hartó y le devolvió el anillo.


Independientemente de que fue Kira la que tomó la decisión, seguía preguntándose si había hecho lo correcto. Se replanteaba todo, llegando a dudar si estaba exagerando con su opinión acerca de la conducta de su novio. En ocasiones, lo justificaba, achacando su comportamiento a que la quería demasiado. Su cabeza era un caos, por eso necesitaba salir de casa.


Al tiempo que iba andando, notó algo brillante entre las rocas. Un destello que sobresalía entre el oleaje y el peñasco. Sin pensarlo, se acercó con mucho cuidado, pues el embravecido mar, amenazaba con mojarla de arriba abajo.


Cuando estuvo lo suficientemente cerca, vio una botella, encallada entre las rocas. Al principio, pensó que fue un aprensivo que tiró basura al mar, pero luego se fijó que en su interior había algo: era un trozo de papel, algo mojado, pues el tapón no había logrado mantenerlo seco.


Su curiosidad subió a niveles máximos y no resistió la tentación de ir a por ella, cuando la tomó entre sus manos, una ola le mojó los bajos del pantalón. Tiritaba de frío, pero le dio igual, tenía su premio: la botella con un mensaje.


Se quedó sin aliento al leer aquellas palabras, alguien le estaba pidiendo ayuda. Miró hasta donde la vista le alcanzó, intentando cubrir lo más posible. Deseaba desesperadamente averiguar de dónde procedía aquel mensaje.

No se lo pensó mucho: debía ir a la policía; tenía que hacer algo, ya que alguien estaba en peligro. El mensaje era claro.

Salió disparada hasta comisaria y habló con el primer agente de la ley que la atendió. Le entregó la botella con el papel en su interior, pues no le hizo falta abrirla para leerlo. Al principio no parecía darle importancia, al contrario que Kira, por lo que le dijeron que lo estudiarían y le dirían algo. Realmente, le dijeron eso para que se marchara, pues ellos sospechaban que aquello debía de ser alguna broma de mal gusto.

No pudo pegar ojo en toda la noche, no podía dejar de hacerse mil preguntas al respecto: ¿Quién lo había mandado? ¿Dónde estaría? ¿Quién era? ¿Cómo se encontraría? Todo eran preguntas sin ninguna respuesta.

Por lo que nada más amanecer  regresó a la playa en busca de alguna pista. No le hizo falta buscar demasiado, pues en el mismo lugar otra botella, exactamente igual a la anterior con otro mensaje.




Fue leerlo y salió disparada a la comisaria. Cuando dio con el mismo agente, se la entregó y esperó su reacción. Se quedó perplejo, otra petición de ayuda. Tardó un poco en reaccionar pero cuando lo hizo llamó a la Guardia Civil de Costas para verificar si sabían algo.

A partir de este punto se desmadró la cosa. El alcalde pidió a los pesqueros de la zona que si veían algo que avisaran a la comisaria. Los barcos de la Guardia Civil peinaron la zona, buscando cualquier indicio; la prensa se hizo eco de la historia y quisieron entrevistar a Kira…. Todo se dimensionó en exceso.

Al día siguiente, todo el país estaba al tanto de lo ocurrido. Fue todo un acontecimiento en aquel pueblo pesquero.

En contra de lo que se pensaba no apareció ni una botella más, desde que la noticia saltó a los medios nacionales. Aunque Kira acudía cada mañana por si lograba obtener alguna cosa más sobre esa persona.

Tres días más tarde, cuando la cosa se calmó apareció otra botella, esta vez no fue Kira sino la Guardia Civil la que lo interceptó en medio del mar. El mensaje era raro, muy extraño, pero la ubicación y las corrientes le dieron la pista definitiva para saber el lugar de donde salían los mensajes.

Al día siguiente, pillaron a un hombre joven tirando una botella igual desde un acantilado. Lo detuvieron al instante para que prestara declaración.

Los medios de comunicación lo anunciaron como una broma, pero no lo era. Esa persona era un poeta frustrado que, cansado de que no poder vivir de todo su vocación, rompió uno de sus poemas y los mandó en botellas. Lo que no contó con la dimensión que tomó el asunto, por eso estuvo días sin arrojar nada al mar.

Kira se sentía utilizada por el poeta y no fue la única. Los reproches no se hicieron esperar por parte de la gente de la zona, además de costarle problemas legales. A pesar de eso, consiguió un contrato con una gran editorial y vendió miles de libros, ya que la prensa ayudó al narrar su historia. Todos querían conocer el poema del mensaje en una botella y eso lo catapultó a la fama.

Cuando el tiempo consiguió que el coraje y las habladurías mermaran, el poeta quiso conocer a Kira, esa chica que hizo posible su sueño. Le costó porque ella no quería saber nada de él, pero al final logró hablar con ella.

Los meses pasaron y, al conocer un poco a la persona que estaba detrás del poema, notó que ambos corazones comenzaron a latir al mismo ritmo. Descubriendo la posibilidad de un futuro juntos.

Quizás aquellos mensajes no buscaran nada, pero lograron unir dos corazones solitarios.



12 comentarios:

  1. Muy bonito Yazmina, una historia original y distinta.

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  2. Te echaremos de menos, Yasmina. Me ha gustado mucho tu relato. Romántico y con un giro sorpresa. Un abrazo.

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  3. Hola chiquillos, aunque no me creáis me hubiera gustado quedarme hasta al final, pero ahora mismo no puedo.
    Muchas gracias José por esas palabras tan bonitas, para mí fue un placer ser tu alumna y espero q seas mi amigo a partir de ahora.
    Un besito grande a todos y os seguiré leyendo! 😘

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    1. Nunca se sabe. Quizá algún día en un futuro... La puerta siempre estará abierta, solo que si vuelves algún invierno avísame con antelación, que la suelo tener cerrada por la corriente. El placer ha sido mío. Llevo dos semanas con depresión desde que te has ido, non como, apenas bebo y ya no me acuerdo de lo que significa dormir (te digo solo lo más suave para que no te sientas culpable). Ya era tu amigo además de profe, pero claro que seguiré siendo tu amigo. Otro beso para ti, y escríbeme, que me tienes olvidado :)

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    2. Claro q te escribiré, un besito

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  4. Gracias por tu relato y tu compañía estos meses. Espero que sea un cambio de situación y sigamos en contacto, aunque sólo sea como escritores/lectores, aunque espero que sea más que eso. Para cuanto necesites, si me es posible, a tu disposición.

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    1. Gracias, Héctor 😍😘 El placer ha sido mío por tener tan enormes profesionales a mi lado

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  5. Gran relato, Yazmina. Gracias por dejarnos tu historia. Que vaya todo muy bien!

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  6. Me alegra que nos dejaras este relato antes de irte, Yazmina, gracias. Tan romántico y diferente. Seguiremos leyéndonos

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